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D. Juan Mackdolnad prueba los hechos, y, añade, que tanto la conducta de los soldados, como la de la plebe, fué muy inso

lente.

D. Thomas Miles dá una narración del suceso desde el principio, repitiendo los ya citados hechos, y jura, que la carta escrita en 20 de Junio á las once de la mañana por el señor Wilson, fué entregada al General Iguaín. Después de haberse cometido los referidos ultrajes, se recibió una carta del Prefecto, datada el 20 de Junio, y el abajo firmado llama particularmente la atención sobre este documento, no porque es modesto y ofensivo, no con el intento de refutar los absurdos de su ley internacional, sino porque fija sobre el señor Iguain toda la responsabilidad del ataque contra el Consulado. «bajo su misma autoridad por escrito.» El justifica plenamente los procedimientos y desecha, con el aditamento insultante de devolverle su nota, la apelación que hace el Cónsul contra dichos atentados.

La misma persona que ordenó la extorsión arbitraria del dinero de un súbdito inglés, tolera, si es que no manda, que usen de la fuerza para abrir con fractura la puerta del Consulado de S. M.; insulta al Cónsul cuando protesta de las vías de hecho, y solemniza formalmente su aprobación del ultraje.

Otra prueba más de la persecución ejecutada por el General Iguain contra el señor Cónsul Wilson, que encierra la infracción de un privilegio del tratado, es que hizo prender á los criados del Cónsul y los enroló en el ejército, á pesar de sus representaciones. El General Iguain, á la verdad, añadiendo el insulto á la afrenta, devolvió al señor Wilson su carta cerrada, en la que se quejaba de este agravio. El artículo 11 del tratado entre los dos países previene, que los Agentes Diplomáticos y Cónsules de las dos Naciones, respectivamente, «gozarán, conforme á la más rigurosa reciprocidad, cualesquiera privilegios, exenciones ó inmunidades que son, ó pueden ser concedidas á los Agentes Diplomáticos y Cónsules de la Nación más favorecida.»

El abajo firmado preguntó á cada uno de los Agentes Consulares, residentes en Lima, si sus criados han sido, por práctica universal, exceptuados del alistamiento para el ejército, por grandes que hayan sido las necesidades de soldados, y todos los Agentes Consulares de Lima le han contestado unánimemente, que siempre ha sucedido así mismo. El Cónsul de los Estados Unidos dice: «Los criados de los Cónsules siempre han sido mirados con la misma consideración que los criados de los Ministros. >>

El Cónsul de Hamburgo dice: «Que los sirvientes domésticos de su Consulado siempre han sido exceptuados del enrolamien

to para el ejército, y cuando los han tomado para filiarlos como ha sucedido dos ó tres veces, han sido, (mediante su petición) inmediatamente libertados.» Y todas las contestaciones son de un mismo tenor. Cualquier ejemplo de estos es bastante para manifestar una infracción de una inmunidad del tratado en la aprehensión violenta de los criados del señor Wilson, y por esa infracción es únicamente responsable el General Prefecto Iguain. El infrascrito llamará ahora la atención sobre dos notas dirigidas por el Gobernador de Islay, el señor Coronel don Juan Gaspar de Artaza, al Contra-Almirante Thomas, Comandante en Jefe de las fuerzas navales de S. M. en estos mares, datadas el 7 y el 10 de Agosto último, con el objeto de poner de manifiesto las maneras é indecoroso tono en que están concebidas cuando van dirigidas á un oficial del alto rango y categoría de un Comandante en Jefe de la marina británica.

El abajo firmado tan solamente añadirá con respecto al señor Iguain, que su constante y activa enemistad, durante lo años anteriores, contra otros oficiales de S. M., no es ni debe ser relegada al olvido.

El abajo firmado se aprovecha de esta oportunidad, para renovar á S. E. el señor Carpio, las protestas de su muy alta y distinguida consideración.

Guillermo Pitt Adams.

A S. E. el señor don Miguel del Carpio etc. etc.

Vapor de S. M. B. «Cormorant».

Señor:

Islay, 28 de Agosto de 1844.

Tengo la honra de acusar recibo de la carta de US. con fecha de este día, en que me ordena le dé una relación circunstanciada de lo que pasó cuando los señores Murphy almorzaron conmigo en Arica; y tengo el honor de informarle, en contestación, que con referencia á la corredera consta que levamos el ancla del vapor de S. M. (que está bajo mis órdenes) á las diez de la mañana del día 11 de Junio y nos dirigimos hácia la «Yungay» (anclada entónces á mucha distancia de tierra) y que habiendo

declinado, ó andado más de siete nudos, debía hallarse á lo menos á 10 millas lejos de Arica al tiempo que comunicamos con el antedicho buque. Mr. Wilson, Cónsul de S. M. B., fué conmigo á bordo de la «Yungay y los señores Murphy se quedaron en el «Corinorant,» y es imposible que, directa ó indirectamente, pudiesen haberse comunicado con la «Yungay».

Tengo el honor de suscribirme de US., señor, su más humilde y obediente servidor.

Es conforme.

G. J. Gordon,
Comante.

Roberto Bunch,
Secretario.

Al Contra-Almirante Ricardo Thomas, Comandante Superior.

En diez y seis de Julio del año de Nuestro Señor de mil ochocientos cuarenta y cuatro: ante mi, Hugo Wilson, Cónsul de S. M. para el puerto de Arica, compareció don Santiago Hainsworth, comerciante natural de Bradford, en el condado de York, de edad de treinta y cuatro años, súbdito de S. M. B. y residente en la actualidad en esta ciudad de Tacna, quien habiendo prestado juramento en forma sobre los Santos Evangelistas de Dios Omnipotente, expontáneamente declaró como sigue, á saber:

Que en la noche del 19 de Junio próximo pasado, como á las nueve, el declarante vió alguna fuerza armada con fusiles y bayoneta calada, que estaba formada en toda la calle, en frente al Consulado Británico; y habiendo pedido á los circunstantes la explicación de tal procedimiento, se le informó, que era la intención de las autoridades locales abrir con fractura la morada del Cónsul, cuyas puertas estaban entónces cerradas; que de allí á media hora, más ó menos, volvió y vió que se había retirado la tropa; pero supo de varias personas, cuya exaltación las detenía todavía cerca del Consulado, que el General Prefecto Iguain tenía ánimo de abrir el Consulado, quebrantando sus puertas, á las cinco de la mañana del siguiente día.

Que el 20 de Junio, por la mañana, el mismo declarante fué al Consulado á eso de las ocho y media y vió mucho gentío en la calle, y luego despues observó que una compañía de soldados mandados por un oficial, juntamente con el Intendente de Poli

cía, un escribano público y otros oficiales ocupaban sus puestos en frente de la puerta del patio del Cónsul, encima de la que flameaba la bandera de Inglaterra.

Que habiendo tenido que entrar en casa de don Juan M. Dermott, que está contígua al Consulado, se les estorbó la salida al declarante y al antedicho Dermott, por un soldado apostado en la puerta, y al representar Dermontt al centinela (que le conocía mucho por médico práctico) que se le llamaba entónces á visitar enfermos, le respondió el centinela que le pasaría de parte á parte si intentaba salir de la casa, levantando al mismo tiempo el fusil con ademán amenazador: poco después acudió el Intendente de Policía y se les permitió salir de casa.

Que á su entrada al Consulado el declarante notó, que los soldados habían ocupado sus puestos en el patio con un gran concurso de plebe, y que se pusieron guardias en todas las avenidas del Consulado; que el Intendente leyó entónces una órden del juez actuante de derecho don José Fermín Yañez, para buscar en el Consulado á don Federico Salkeld, comerciante británico, á lo que respondió el Cónsul de S. M. «que él faltaría á sus deberes para con su Soberana, si permitiera que se atropellase «el Consulado en tales circunstancias:» y, por consiguiente, que protestaba del modo más enérgico contra las autoridades por tales violentos é ilegales procedimientos, indicando claramente al Intendente la enorme responsabilidad en que incurría, si llegase á ejecutar la órden que acababa de leer.

Que á eso de las once del día, el Cónsul envió un pliego al General Iguain, y otro á don José Fermín Yañez, juez actuante, haciéndolos responsables por las violentas medidas que iban á ejecutarse; á las cuatro devolvieron el primero, después del atropellamiento del Consulado, y el segundo pliego á las dos, con una cubierta en papel ordinario y no escrita. Durante todo este intervalo, los soldados estuvieron completamente dueños del patio, y su conducta fué ultrajosa y turbulenta, y que él (el declarante) los observó que procuraban abrir por fuerza las ventanas de la sala principal. Que á eso de las tres de la tarde volvió el Intendente de Policía con dos herreros; entónces mandaron que los soldados se formasen en línea y calasen bayonetas, frontero á la puerta que daba á la espalda de la casa del Cónsul; uno de los herreros principió á quitar la cerradura de la puerta; pero viendo que no podría verificarlo sin mucha dificultad, procedió á deschapar una puerta que guiaba desde la oficina consular á un aposento contíguo que fué rigurosamente registrado; que el Cónsul á fin de tranquilizar á su esposa y familia, que estaban muy alarmadas, franqueó la entrada de los demás aposentos de

su casa; que después de haber mandado registrar las piezas vacías, sin haber encontrado á don Federico Salkeld, los soldados y la plebe se retiraron á eso de las cuatro y media de la tarde. Así concluyó en presencia de José Siring fellow y de Guillermo Juan Stokes, testigos.

Firmado-Santiago Hainsworth.-Firmado-José Stringfellove, tenedor de libros.- Guillermo Juan Stokes, idem.

Prestado juramento en Tacna, en este día, 16 de Julio, del año de Nuestro Señor, 1844.

Hugo Wilson,
Cónsul de Su Majestad.

En este día, diez y seis de Julio del año de Nuestro Señor, mil ochocientos cuarenta y cuatro: ante mi, Hugo Wilson, Cónsul de S. M. para el puerto de Arica, compareció don Matías Hamilton, médico, natural de Glasgow, de edad de cincuenta años, después de haber prestado juramento, en debida forma, sobre los Santos Evangelistas de Dios Omnipotente, declaró expontáneamente como sigue, á saber:

Que dicho declarante, cuya casa está en la misma calle y cerca de la del Cónsul de S. M., vió entrar una partida de soldados, mandados por un oficial, en el patio del Cónsul, en la mañana del día diez y seis de Junio próximo pasado, que estaban con sus fusiles, bayoneta calada, y entraron de dos en dos, arrastrando sus armas: antes de la entrada de esta fuerza armada, se había mandado izar en el Consulado la bandera de Inglaterra: y que el pueblo mostró mucha exaltación, todo aquel día, en las calles inmediatas al Consulado.

Que á eso de las dos el declarante oyó decir que iban á allanar la casa del Cónsul, y que la policía iha á registrarla, que estaban tratando con empeño de prender á don Federico Salkeld, comerciante inglés de esta ciudad, dentro de la puerta de cuya casa él había visto una guardia de soldados uno ó dos días antes del ataque de las piezas vacías del Cónsul.

Que dicho declarante se dirigió inmediatamente hácia el Consulado, y vió en la calle un tropel de gente, y tambien á algunos sujetos dentro del patio del Cónsul, inclusa una partida de soldados sobre las armas, y que halló al Cónsul en su oficina

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