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dencia proclamada; i si no arreglaba cosa ninguna, volverse á Cundinamarca.

No encontró dificultades para que el gobierno de Guayaquil le pusiera a la cabeza del ejército, pues bien pronto quedó hecho cargo de él; mas en cuanto a la incorporacion, se presentaron tantas que no consiguió desvanecerlas. Al arribo de Sucre la junta habia resuelto ya que Guayaquil i sus pueblos. coustituian un gobierno independiente, i aunque se le manifestó la imposibilidad de que las potencias europeas pudieran reconocer las pequeñas repúblicas que se levantasen en América, la junta insistió con exelentes razones en su resolucion. Firme se mantuvo tambien respceto de igual solicitud de parte del jeneral Sanmartin para que se incorporase al Perú, como provincia, que en lo militar habia pertenecido por algun tiempo a este vireinato. Sanmartin habia comisionado con este objeto al coronel Guido, i la junta, reservando la resolucion de este puntò para cuando Colombia i el Perú se descartasen de los españoles, eludió la pretencion de ambos pueblos.

II.

Situado ya el jeneral Sucre en Guayaquil, sin temor de ningun ataque por el lado de lo interior a causa de la temporada de aguas, ni por afuera por que los españoles carecian de armada, principió a organizar tranquilamente su ejército con ánimo de invadir la sierra tan luego como lo permitieran las circunstancias. I decimos que este era su ánimo, porque Guayaquil no fué comprendido en el armis

ticio de Santana por haberse negado a ello el presidente Aimerich.

Sucre estableció su cuartel jeneral en Zamborondon, i acampó la division de vanguardia a órdenes del coriano, teniente coronel don Nicolas López, en el asiento de Babahoyo. La procedencia americana de este jefe, su voluntario seguimiento al coronel Urdaneta cuando salió derrotado en Huachi, i la nombradía de valiente i hábil capitan, le habian granjeado, como indicamos ántes, toda especie de consideraciones de parte del gobierno de Guayaquil. Merced a estos antecedentes, López se habia hecho acreedor a la honrosa confianza de aquel encargo; bien que contra la voluntad de Sucre que desconfiaba atinadamente. López, mañoso perfido al par que é ingrato, habia asociado a su division a todos los oficiales cuyas ambiguas opiniones le hicieron prever con acierto que podia contar con ellos para el intento que encubria. El coronel Salgado, jefe de otro batallon de la vanguardia, se hallaba tambien de acuerdo con las intenciones de López; i no solo esto, sino que el traidor se habia concertado en Guayaquil con don Ramon Ollágues para que se apoderase de algunos buquecillos i de las fuerzas sutiles surtas en el puerto, i para que siendo ya dueño de la ciudad proclamase á Fernando VII. Guayaquil habia quedado bajo el único amparo de una guardia cívica que se improvisó a la salida del ejército, i esta circunstancia era para los traidores la mas a propósito para obtener con buen éxito el intento. Ollágues debia obrar primero en Guayaquil, i luego López en Babahoyo.

Ollágues, a las tres de la mañana del 16 de julio, se apodera efectivamente de toda la flotilla, reune algunos realistas que echan ¡ Vivas! al rei, i princi

pia un cañoneo que despierta a la ciudad sobresaltada con tan inesperados sucesos. Los cívicos, todavia restregándose los ojos, arrastran a malas penas un cañon i le colocan al frente de la corbeta "Alejandro" a cuyo bordo se hallaba Ollágues. Cargan i arrojan contra él metralla i metralla sin descanso, sosteniendo con valor el vivo fuego de fusileria, i consiguen desarbolar el buque. Entónces Ollágues desiste, mal de grado, de su intento i, contentándose con apropiarse de las lanchas que habia tomado, se aparta a las ocho del dia de la vista de Guayaquil para ir a recalar algun tiempo despues en Panamá.

para

López i Salgado, entre tanto, esperaban con ansia conocer los resultados del movimiento de Ollá gues para insurreccionarse en Babahoyo, i poner entónces entre dos fuegos al jeneral Sucre. Penetra efectivamente en este asiento el rumor de que Ollágues tenia bloqueado a Guayaquil, i el capitan Francisco Laváyen, que alcanza tambien a penetrar las intenciones de López, se desliza agua abajo ir a noticiarlo a Sucre. Por la tarde del mismo dia tuvo López la noticia de que habia fracasado la tentativa de Ollágues, i no pudiendo llevar adelante su primer proyecto mandó formar la division en la plaza con nuevo fin, pero tan inicuo como el otro. Esta órden exitó la desconfianza del oficial Ciriaco Róbles, i acto contínuo, tomando en lugar de canoa una batehuela en que apénas cabia, i haciendo él mismo de piloto, voló al campamento de Sucre con el mismo objeto que Laváyen. Uno i otro llegaron siempre tarde, porque cuando este jeneral se convenció de la traicion que temian aquellos oficiales, ya estaba consumada, i aun se hallaban los traidores en camino para Guaranda.

Formada la division de López en la plaza: "Soldados, dijo: nueve meses hace que habeis estado engañados. La causa del rei prevalecerá siempre como causa justa. ¡Viva el rei!" (*). Estas cuatro palabras que los soldados no esperaban oir, les hace titubear unos instantes. Mas, a pesar de esto, no falta uno que repita ¡Viva el rei!, i juzgando cada cual de los demas que él solo está ignorante de una conflagracion jeneral, juzgando que esta es obra de algun concierto habido con sus compañe ros, juicio que, en semejantes circunstancias, debe ser natural; responden casi todos a una voz: ¡Viva el rei! i queda sellada la traicion.

1821. En medio de esta felonia, López tuvo la delicadeza de dirijirse a los jóvenes oficiales de Guayaquil, diciéndoles que no queria tenerlos forzados sino voluntarios, concepto en el cual podian esplicarse con lisura i volverse cuantos quisieran para sus techos. Los oficiales Calderon i Garaicoa fueron los primeros que aceptaron la invitacion, i tras ellos salieron otros muchos. López dió casi de seguida la órden de marcha, camino de Sabaneta, i a las cinco de la tarde salió con ocho cientos hombres, defraudando a nuestras banderas de esta jente i retardando así el ansiado dia de la independencia.

Al siguiente dia llegaron a Babahoyo el coronel Cestáris i el comandante Castro con un escuadron de caballeria. Habrian seguido inmediatamente a los traidores, pero tuvieron que sufrir dos horas de retardo causado de intento por las autoridades del pueblo, adictas a Fernando VII. Con todo, Castro alcanzó a tomar algunos rezagados en Punta de

[*] Informe oral del coronel Francisco Flor

Playa, i a protejer a cuantos se desertaron; de modo que volvieron a las filas republicanas cosa de trecientos hombres. Aimerich, acampado en Riobamba, apreció con entusiasmo la traicion de López, i la recompensó dándole las charreteras de coronel.

III.

El coronel González, mientras tanto, acababa de organizar un cuerpo de mil trecientos hombres en la ciudad de Cuenca, con ánimo de invadir a Guayaquil de acuerdo i en combinacion con el presidente, quien debia salir por Guaranda al mismo tiempo que el otro por el camino de Yahuachi.

Sucre, que se hallaba acantonado en Babahoyo, supo el movimiento de González por el oportuno aviso que le dirijió un eclesiástico de apellido Pino, i luego supo tambien con la misma oportunidad el emprendido por el jeneral Aimerich. Sucre tomó entónces al instante la resolucion de salir al encuentro de González, ántes que pudiera unirse con el presidente, i decampando de Babahoyo se fué agua abajo en busca del enemigo. Hallóle en lo que decimos Boca de las montañas de Yahuachi el 19 de agosto (*), le acometió de sobresalto i le desbarató casi del todo, pues solo escaparon de morir o ser prisioneros González, con algunos jefes i oficiales, i docientos soldados. Sucre tuvo que de plorar la pérdida de veinte muertos i veinte i un heridos, contándose, entre los primeros, el mayor Féliz Soler, cuyo arrojado valor se hizo recomendable sobre cuantos pertenecian al batallon San

(*) Dolet, de la Div. del sur de 20 de agosto de 1821.

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