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servado. Caldera, indio mestizo, gefe de ellos, y que conservaba gran prestigio, tenia prometido al virey que contestaria lugo que oyese el dictámen de los ancianos y de toda la nacion, que convocaria para este efecto por ser asunto de grande entidad. En este año, pues, llegaron á México, y se presentaron al virey los embajadores chichimecas, que en nombre de su nacion, cansada ya de hacer una vana resistencia, proponian al gobierno español deponer las armas bajo la condicion de que se les diera la carne suficiente para abastecer al pueblo y á la tropa. Velasco recibió con suma afabilidad á los embajadores, oyó su mision, les concedió lo que pedian, firmó el tratado y obtuvo de ellos que admitieran en su nacion Tlaxcaltecas que enviaria el mismo virey para que se adiestraran en la vida civil y cristiana. La primera nacion, puede decirse, que se adhirió á las armas españolas en los tiempos de la conquista, fué la Tlaxcalteca, por cuya causa se confiaba mucho en ella el gobierno peninsular, que no dudaba de su fidelidad, y como por otra parte era tambien la nacion que se babia mantenido en paz por mas tiempo, su poblacion por lo mismo era mayor, y estas causas impulsaron á Velasco á proponer mejor que á ningun otro este pueblo para mezclarlo con los Chichimecas. Se escogieron con tal intento cuatrocientas familas, las cuales con algunos religiosos franciscanos que llevaron consigo, se repartieron en cuatro porciones para fundar igual número de colonias: una colocada á la falda de un cerro de oro, semejante al afamado Potosí del Perú, tuvo por esta circunstancia el nombre de San Luis Potosí, la segunda formó á San Miguel Mesquitic, la tercera á San Andrés y la cuarta á Colotlán: tal es el origen de estas cuatro poblaciones, en las cuales por mucho tiempo se han conservado independientes los Tlaxcaltecas y Chichimecas, sin permitir que la afinidad una á los individuos de una nacion con los de otra, llevándose, sin embargo con armonía, y siguiendo cada una sus respectivos usos y costumbres. Logró Velasco en este año quitar á los indios que pagasen los exhorbitantes derechos que en los tribunales se les exigian por sus defensas, poniendo abogados que se encargaran de ellas pagados por la real hacienda.

La fundacion del convento de religiosos descalzos de San Francisco en Puebla, se verificó en 591, dedicado á Santa Bárbara, y en el que estuvo de novicio, aunque no profesó entonces el Beato Felipe de Jesus.

dispersos por las serranías, los reyes Carlos I y Felipe II su hijo, habian mandado repetidas veces que se les reuniera para reducirlos á vida civil, sin fruto alguno, hasta que Velasco intentó obsequiar tales determinaciones consultando sin embargo previamente, con los curas y con personas de seso y esperimentadas. El resultado de esta consulta fue opuesto á las congregaciones, se hizo ver al virey que era imposible reunir á los indios sin perjudicarlos, que ellos mismos lo repugnaban, y se le dieron ademas otras poderosas razones, pero Velasco se obstinó juzgando que se le exageraba mucho, á pesar de habersele hecho ver que su antecesor Moya se habia desistido de semejante proyecto. Intentó, pues, llevarlo á cabo, dió al efecto las órdenes convenientes, y muy pronto halló motivo de arrepentimiento. Envia sus comisarios, ponen en ejecucion estos sus mandatos, y un indio otomil que se encuentra sin asilo, obligado á construirselo de nuevo, léjos del lugar en que vió la luz primera, y cuya tierra le babia alimentado hasta allí, entra desesperado á su infeliz albergue, quita la vida á su misera consorte, da muerte violenta á sus infortunados hijos, y concluye por privarse á sí mismo de la existencia ahorcándose de un árbol: sabedor de esto el virey, deplora tan fatal desgracia y suspende al momento las disposiciones que tenia dadas respectivas al proyecto de las congregaciones, y da cuenta de todo á la corona. Para que no concluyera el año sin fatalidad, la Mixteca fué asolada por una fuerte epidemia, que en pocos dias se llevó al sepulcro á un sinnúmero de hombres.

1592. Los recientes hechos que á vista de Velasco acababan de pasar, los abusos sin cuento que todos los dias se cometian en los tribunales, las vejaciones que en ellos se hacian sufrir á los miserables indios, las simpatías de este virey con los hijos de un pais que él mismo podria llamar suyo, todo, todo contribuia à un tiempo á obligarle á socorrer á las clases mas menesterosas de la Nueva-España, á la raza mas abyecta y degradada, á los infelices restos de los vasallos de los monarcas aztecas, y teniendo presente la disposicion acordada en tiempo de su padre, de que en los negocios de los indios, cuya cantidad no excediera de diez pesos, conociera el virey, la renovó y se le vió administrar justicia con rectitud y sin demoras.

Ignoramos si disgustado el monarca con la audiencia de Filipinas, ó por principio de economía, mandó quitarla, encargando, ó mas bien Los indios Mexicanos y Otomites vagaban facultando á D. Luis de Velasco para que la

nombrara un visitador. Velasco dió esta comision al Lic. Herber del Corral, ordenándole, como prevenia el soberano, que la visita no se estendiera á mas de ciento veinte dias y las demandas públicas de sesenta. Para gobernador nombró Velasco, facultado tambien como lo estaba, á Gomez Perez de las Mariñas, quien se hallaba en esta época en Xochimilco á donde se le hizo saber el nombramiento recaido en su persona, notificándole al mismo tiempo que debia reconocer por superior inmediato al virey de la Nueva-España en el gobierno político y económico, y en lo judicial, así él como Jas justicias debian reconocer á la real audiencia de la dicha Nueva-España. De esta cédula se mandó hacer publicacion en Filipinas, en los mismos términos en que se hubo notificado al gobernador, á quien se le previno ademas, que hiciera cuanto antes su viaje para el lugar de su destino.

1593.-Aunque es cierto que en el gobierno de D. Lorenzo Xuarez de Mendoza, fué erigido en México el tribunal del consulado, su organizacion con todo aun no fué hecha sino en quinientos noventa y tres en que se efectuó.

Velasco, ansiando siempre por el bien de México, solicito de hacerla las mejoras posibles y para procurar un lugar de recreo y distraccion à sus habitantes, formó el hermoso y sorprendente paseo, que mejorado ha llegado á nuestros tiempos, de la Alameda,,,que por una semejanza," dice Cavo,,,de laberinto que forman los álamos, llaman alameda, en cuyo centro puso (Velasco) una hermosa fuente." En tiempo de Torquemada y de Vetancourt, se gun sus relaciones, tenia cuatro fuentes y cuatro puertas, hoy le conocemos cuatro puertas grandes de hierro en los ángulos, y á los lados de cada una de estas, dos chicuelas que dan entrada à la gente de á pié, y otras dos grandes tambien y de madera como las chicas á los dos costados que miran al norte y al sur, frente á S. Juan de Dios aquella, y esta frente à la calle del Calvario. Tiene en la actualidad siete fuentes, cuyas tasas son en estremo sencillas y de buen gusto, y la fuente principal que se halla en el centro del paseo, es superior á las demas, y no tiene como ellas un solo surtidor, sino muchos; en los dias nacionales y aun sin serlo en algunos festivos puramente de festividad religiosa, se les ponen á los surtidores algunas figuritas para formar variados y graciosos juegos hidráulicos.

1594.-Angustiado Felipe II por las guerras con que se veía amagado, y destituido de numerario para sostenerlas, recurrió al malha

dado cuanto ruinosísimo arbitrio de préstamo forzoso, y con este intento previno por una real cédula á Velasco que impusiera á los indios, sobre los tributos que ya tenian, otro de cuatro reales que diera cada uno por vía de empréstito á su magestad que se hacia responsable al pago: Velasco ejecutó esta disposicion, y juzgando oportuno que se estendiera la cria de aves de Europa en México, determinó que no diesen los indios un peso, sino siete reales y una gallina, que entonces se apreciaba en un real. Esta medida ya se nota que fué dictada con miras muy sanas, pero inmediatamente se abusó de ella en términos de no llenar el objeto que se proponia su autor. Luego que se consideró que habian de ser buscadas por muchos las gallinas, empezaron á encarecerlas sin que los indios se curasen de tenerlas y criarlas por sí mismos; subidas al duplo ó triplo de su valor, resultaban los tributarios gravados en dos ó tres reales mas de como lo estaban antes. Para que se espendieran sin que fueran revendidas á los mismos que las llevaban, y que por otra parte realizara la hacienda pública, ordenó Velasco que se repartieran entre las comunidades religiosas y otras corporaciones y aun personas particulares que no hubieran de hacer tráfico con ellas. No se pudieron por esto cortar los abusos; se refiere de un oidor que tomando ochocientas gallinas, se reservaba doscientas para el consumo de su casa y las restantes por medio de tercera persona las revendia à tres reales, de suerte que sacaba un doscientos por ciento, con lo que tenia asegurada una rentita regular. Gravados en tal disposicion los infelices indios, se dirigieron al virey muchas y muy repetidas ocasiones para que revocara tal providencia, pero inutilmente: con el mismo fin elevaron una representacion celosos eclesiásticos del órden de S. Francisco, uno de ellos el historiador, que era provincial, Torquemada, y sobre la cual se formó un espediente que en apelacion se llevó á la audiencia sin obtenerse resultado favorable. ·

En este año, del monasterio de la Concepcion, primero que se fundó en México, salieron religiosas á fundar el de la Encarnacion con el mismo hábito.

1595.-Para dar mas estension à la Nueva-España, su virey ordenó colonizar el reino de Quivira, que en atencion á la gran fama que sus riquezas le habian adquirido, se le llamó Nuevo-México. Por gefe de la colonia fué nombrado Juan de Oñate, á quien el virey concedió las mismas exenciones que con igual moti

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palabra declamacion no es la mas conveniente para significar el arte de cómico; parece que esplica mejor cualquiera otra cosa que la diccion natural: á esta palabra va unida la idea de cierto convenio, que sin duda tiene su origen desde el tiempo en que la tragedia se cantaba, y esto ha bastado para dar una direccion falsa al estudio de los jóvenes.

cion, porque es preciso servirse de una palabra) no hay maestros. Larive, Lekain, Talma y otros maestros, buenos actores, aunque no tan célebres, no los han tenido: ellos mismos fueron sus verdaderos maestros. Si el jóven que se dedica á este arte tan dificil, no se conoce con las facultades necesarias para pintar las pasiones y los caractéres, todos los consejos del mundo no se las podrán dar: el genio no se aprende. La facultad de crear, nace con uno mismo; pero si el discipulo la posee, los consejos de personas de gusto podrán guiarle entónces; y como en el arte de decir los versos hay una parte hasta cierto punto mecánica, y algunas reglas que observar, las lecciones de un actor de juicio iniciando al jóven de genio en los secretos de su propia esperiencia, podrán evitarle muchos errores, mucho estudio y mucho tiempo.

En efecto, declamar es hablar con énfasis; luego el arte de la declamacion es el arte de hablar como no se habla. Ademas, parece muy singular emplear, para designar un arte, una palabra de la cual nos servimos para hacer su crítica; pero al mismo tiempo seria dificil sustituir otra mas conveniente. Los franceses dicen:,,jugar la (escena) tragedia;» pero esto da mas bien la idea de una diversion que de un arte; decir la tragedia me parece una locucion fria que esplica tan solo la decision, sin la accion,,,ejecuta la tragedia" es preferible. La razon que tengo para esta preferencia es, que considero al actor tan estrechamente unido al autor, que colocándose el primero en lugar del personage que representa, debe completar el pensamiento del segundo, de quien es intérprete. En el arte de declamacion, (digo declama- inferior (cómicos) no necesita conocimientos

[1] Publicamos este artículo del Sr. Latorre, por la importancia de su objeto, y seria muy útil que nuestros cómicos se curasen de leerlo por lo menos, que aprove. charia mucho al público.

El conocimiento de la historia es indispensable al actor trágico: por él se familiarizará con los héroes que tiene que retratar en la escena, conocerá los trages que usaban, sus ademanes, sus gestos y todo lo que puede contribuir al complemento de la ilusion. El actor destinado solo á la ejecucion de papeles de una esfera

tan exactos, porque sus modelos los encuentra en la sociedad que frecuenta todos los dias, y en cuya línea se halla; es decir, que este tiene ejemplos vivos, cuando el otro los tiene que buscar en crónicas y libros de cuya exactitud

se puede muchas veces desconfiar. Y en efecto, ¿quién puede asegurar que un jóven sin los conocimientos prévios que este arte reclama, no considere á Aquiles, César, Pelayo, Pizarro, abrumados de bandas, condecoraciones y bordados? Aquiles y Pelayo fueron valientes guerreros; valientes guerreros existen en nuestros dias: retratándolos copiaré á los anteriores: esta podria muy bien ser la reflexion de los jóvenes de que se trata, como ha sido hasta hace muy poco tiempo la de muchos actores que han merecido celebridad hasta en nuestros dias. Evitemos, pues, en cuanto posible sea, semejantes absurdos. Trabajo ha costado en nuestro teatro de Madrid desterrar abusos y rancias costumbres, tan arraigadas como los cimientos del edificio; pero cierto es que desde el año de 1826 se verificaron ciertas reformas con mucho gusto del público y, doloroso es confesarlo, con mucha oposicion por parte de los actores. La naturalidad en la diccion, ademanes y gesto, está muy recomendada; pero no la naturalidad del actor N., sino la del personage que representa. El actor debe siempre ceñirse al papel y nunca el papel al actor. La naturaleza debe ser el modelo que se proponga imitar siempre el actor, y por consiguiente el objeto constante de sus estudios. Los brillantes colores de la poesía sirven tan solo para dar mas grandeza y magestad á la hermosura de la naturuleza. Sabido es que en la sociedad los seres poseidos de grandes pasiones, sobrecargados de dolores, ó violentamente agitados por grandes intereses políticos, usan, es cierto, un lenjuaje mas elevado, mas ideal; pero este lenguaje es asimismo el de la naturaleza. Es, pues, esta naturaleza noble, animada, engrandecida, pero sencilla al mismo tiempo, el objeto único y constante del estudio del actor; porque es evidente que las espresiones mas sublimes son tambien las mas sencillas.

nuestros grandes poetas: examínese el Edipo de D. Francisco Martinez de la Rosa, y se verá que en sus mejores escenas el lenguaje mas sencillo y natural es la espresion engrandecida, pero exacta, de la naturaleza misma, y que sin el adorno de la poesia, el mismo Edipo no hubiera hablado de otra manera.

Lo mismo sucede con los actores que conservan en nuestra memoria un buen recuerdo. Tan solo por la fiel imitacion de la verdad han conseguido excitar en el ánimo de esta nacion ilustrada una veneracion merecida. De suerte que las obras buenas de nuestros autores, y el talento de nuestros buenos actores, aunque pocos, bastan para probar de una manera incontestable, que la tragedia no está tan léjos de la naturaleza, como se piensa, y que tan solo las medianías han podido dar algun peso á la opinion contraria. La verdad en todos los artes, y principalmente en este, es lo mas mas dificil de conseguir. Un hábil escultor encuentra en un trozo de mármol una hermosa estatua; pero esta facultad no está concedida á todos los escultores: lo mismo sucede à los artistas dramáticos: pocos son los que han pintado exactamente la verdad, muchos los que han quedado en el rango de medianías, y por lo tanto estos últimos, en mayor número, han hecho ley y establecido con el tiempo como solo modelo las falsas imitaciones de su debilidad. Nunca me cansaré de repetirlo; la verdad no es mas que una, y para probarlo me atreveré á hacer una reflexion; un duque y un zapatero, tan opuestos en su lenguaje, se servirán muy à menudo, en las grandes agitaciones de la alma, de las mismas palabras; el uno olvida sus maneras sociales; el otro deja sus formas vulgares; el uno desciende á la naturaleza; el otro sube á ella; los dos se despojan del artificio que los cubre, viniendo á ser tan solo y verdaderamente hombres Los acentos del uno y del otro serán los mismos en el exceso de las mismas pasiones ó dolores.

Muchos creen que la tragedia no es natural, que es un género exagerado; esta idea se ha repetido sin reflexion, se ha propagado y se ha Supongamos à una madre clavando sus miconcluido por establecerse como una verdad. radas en la cuna vacia de un hijo querido que Los que ocupados de otros cuidados no han acaba de perder: sus facciones tendrán el sehecho un estudio profundo de las pasiones, juz-llo de la estupidez; algunas lágrimas surcarán gan tan lijeramente; y ademas, los autores y actores medianos, que no han concedido á su arte todo el estudio necesario, no han contribuido poco a mantener este error; y ciertamente ni el modo de escribir de los unos, ni el modo de ejecutar las obras dramáticas de los otros ha sido muy á propósito para desvanecer tan falsa idea. Examínese, pues, la mayor parte de los personajes políticos ó apasionados de

sus megillas; de cuando en cuando algun grito desgarrador, algun suspiro convulsivo saldrá de su boca: en estas señales se conoce á la desgraciada madre, ya sea una duquesa, ó ya una muger del pueblo, francesa ó española; porque la verdad y la naturaleza es una.

Supongamos igualmente à un hombre del pueblo y á un hombre de alto rango, los dos poseidos de un violento acceso de zelos ó de

venganza; estos dos hombres tan distintos por sus costumbres, serán iguales por su frenesí. En su furor ofrecerán la misma espresion; sus miradas, sus facciones, sus gestos, sus actitudes, sus movimientos tomarán igualmente un carácter terrible, grande, solemne, digno del pincel de un pintor y del estudio de un actor; y tal vez el delirio de la pasion inspirará á uno yá otro una de aquellas palabras sublimes dignas de ser escogidas por un poeta.

Los grandes movimientos del alma elevan al hombre à una naturaleza ideal, cualquiera que sea la clase en que la suerte le haya colocado y el pais en que el cielo le haya hecho nacer.

No por eso deben buscarse los modelos de esta naturaleza en las clases humildes de la sociedad, porque es seguro que ni el pintor, el poeta y el actor elegirán para pintar la cólera de Aquiles, al manolo pellizcando sus labios agitados por una risa sardónica y convulsiva, murmurando entre dientes, afectando una tranquilidad engañadora, el por vida de.... preferirán modelos mas nobles y elevados, tratando de prestar á las ficciones de la escena, la perfeccion en cierto modo de la realidad.

Para conseguir este objeto, es necesario que el actor haya recibido de la naturaleza una estraordinaria sensibilidad y una profunda inteligencia. Porque, en efecto, la impresion que los actores producen en la escena, no es sino el resultado de la union de estas dos facultades esenciales. Segun mi opinion, la sensibilidad no es tan solo esta facultad que tiene el actor de conmoverse fácilmente, de agitarse hasta el punto de dar á sus facciones, y sobre todo, á su voz, la espresion y el acento del dolor que despiertan la simpatía del corazon, y provocan las lágrimas de los que lo escuchan: entiendo ademas el efecto que produce, y tiene su origen en la imaginacion; pero no en una imaginacion que consista en recordar objetos que se parezcan á los presentes; no, esto es tan solo memoria: quiero una imaginacion creadora, activa, poderosa, que reuna en un solo objeto ficticio las cualidades de nuestros objetos reales: una imaginacion que asocie el actor á las inspiraciones del poeta; que le transporte á los tiempos que pasaron; que le haga asistir à la vida de personages históricos, ó á la de seres apasionados creados por el genio; que le muestre como por magia su fisonomía, su estatura heroica, su lenguaje, sus costumbres, todos los matices de su carácter, todos los movimientos de su alma, y hasta sus singularidades. Llamo tambien sensibilidad esta facultad de exaltacion que agita al actor, que se apodera de sus sentiTOM. I.

dos, conmueve hasta su alma, y le coloca en las situaciones mas trágicas, en las posiciones mas terribles, como si fueran las suyas propias. La inteligencia sigue à la sensibilidad, y obra despues; juzga las impresiones que la sensibilidad nos causa; las escoge, las ordena y las somete á su cálculo. Si la sensibilidad suministra los objetos, la inteligencia los pone en obra. Nos ayuda á dirigir el empleo de nuestras fuerzas fisicas é intelectuales; á juzgar la semejanza y union que existe entre las palabras del poeta y la situacion ó el carácter de los personages; á añadir á veces los matices que les faltan, ó que los versos no han podido esplicar, y á completar por fin su espresion con el gesto y la fisonomía.

El actor capaz de lo que acabamos de decir, ha debido recibir de la naturaleza una organizacion particular, pues la sensibilidad, esta propiedad de nuestro ser, todos la poseemos en mayor o menor grado de intensidad. Pero en el hombre destinado á pintar las pasiones en sus mayores excesos, á reproducir todas sus violencias, y patentizar todo su delirio, esta sensibilidad debe tener una fuerza mucho mas enérgica, y como todas nuestras emociones tienen una relacion tan íntima con nuestrós nervios, es necesario que el sistema nervioso del actor sea tan movible y fácil de impresionarse, que se conmueva á las inspiraciones del poeta, tan facilmente como el arpa cuando el viento la acaricia. De otro modo sucederá lo que en varias ocasiones se ha visto. Muchos jóvenes en sus primeras representaciones han tenido un éxito brillante, en cierto modo merecido, y sin embargo, no han correspondido despues á las esperanzas que hicieron concebir en el principio de su carrera. Esto puede consistir en que la emocion insuperable de su primera representacion al público, puso sus nervios en un estado de susceptibilidad y agitacion muy á propósito, para colocarle fácilmente en la situacion mas apasionada; pero despues, familiarizados con el público, y libres ya de aquella emocion penosa, pero saludable, quedaron en el rango de las medianías.

Vemos a menudo personas que tienen que recurrir á bebidas espirituosas para adquirir el grado de valor que necesitan para concluir tal ó cual accion. Esto consiste en que su naturaleza, tímida ó perezosa, estimulada por este medio, adquiere una exaltacion falsa que puede suplir por algunos momentos á la verdadera exaltacion del alma. ¿No vemos todos los dias, aun entre los convidados mas sóbrios y frugales, mas locuacidad y viveza despues del

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