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por ymposible poderse sostener tanto tiempo; pues estos cercados no serian parte para ympedir a los cercadores que no señoreen el lugar e tierra; e digo e tengo por muy cierto, questas fortalezas, los que se quysieren fazer fuertes en ellas, viendo poder de enemigos, se sostenian muy pocas dias, e aun creo que oras, por la poca esperanza que ternian de socorro; e aun fablando sino de particular, por estar los dichos lugares poblados de gente de calidad, ques mas para sus tratos e mercancias, que no para saberse dar manera a defenderse de gente de guerra.

Prosupuesto quel enemigo que fuere a aquellas partes no vaya con yntincion e propósito de señorear, sino solo de saquear e robar, digo quen siendo en cantidad de trescientos ombres de guerra, no ay ninguno de los dichos lugares que sea parte para resystir los que no tomen tierra e vayan fasta el dicho lugar, e si estos ayan que la gente del tal lugar es metida a las tierras por los arcabucos con sus bienes, el daño que pueden facer es quemar casas e tornar sean luego a embarcar porque no tienen esperanza de aber alli mas; e si fallasen fecha una fortaleza e en ella recogida mucha gente e bienes, esta cobdycia de aberlos e tener por cierto questán seguros que no a de venir socorro a los cercados, les fará allí detener todo el tiempo que los cercados no se dieren, o les fyzieren tal partido que les den todos los bienes que se ovieren recogi

dos a la dicha fortaleza; e si yo fuese el que fuese a saquearlos, dende acá olgaria de saber que tenian la dicha fortaleza para socorrerse, e ternia mi xornada por azertada e que no vernia sin galardon de mis gastos e trabaxo.

Por manera, que digo, que si las dichas fortalezas se fyzieren en los dichos lugares ecebto en Santo Domingo, que no serian provechosas al servycio de Su Magestad e bien de sus súbditos para que si como digo si el enemigo fuere a conquistar e señorear las dichas fortalezas no le farán resystencia alguna e aprovecharla ha de fallar mas artylleria e armas e munyciones para estar el mas fuerte adelante; e si es para defenderse a que fuere a robar, yo tengo creido que a la fuerza la gente del lugar no fuere parte a resystilla que no lo seran las fortalezas, antes se conseguirá los daños e ynconvenientes que e dicho; por manera que yo tengo por la mayor fortaleza la calidad de la tierra.

En estos lugares me paresce que Su Magestad mande que todos los vezinos de cada uno de los dichos lugares tengan armas; la tercia parte sean ballestas e la otra tercia parte arcabuzes, e la otra tercia parte picas e rodelas; e todos, que ninguna casa esté sin ellos, petos con escarcelas e celadas, e para questo esté en la orden que combenga se mande que el primer domingo de cada mes del año, todos los dichos vezinos fagan alarde ante la xustycia, armados con las dichas armas; e el que no sa

liere ante el Gobernador del tal lugar el dicho dia al alarde con las dichas armas, tenga de pena un peso de oro, la meytad para el dicho Gobernador e la meytad para la Cámara de Su Magestad, porque donde no hay temor de pena pocas cosas se aguardan e pocos xuezes tienen cuydado de executar aquello de que no les viene interese.

Y para que las dichas armadas los dichos vezinos las puedan tener e conservar en la orden que combiene, Su Magestad faga merced a cada uno de los dichos pueblos de ayudarles con que puedan tener un armero que lympie los dichos coseletes e un ballestero que sepa facer las ballestas, e que sepa facer las curueñas dellas porque las vergas se podrán llevar de acá; e que se lentienda así mesmo de adiestrar las llaves e curneñas de los arcabuzes.

Y para questa gente esté mas en orden e exercitada e abil, señalen cada un año tres personas que sean cabdillos e capitanes de la dicha gente; uno de los arcabuzeros e otro de los ballesteros, e otro de los piqueros e de todos xuntos el Gobernador.

Hay nescesidad de dar cada mes á los arcabuzeros media libra de pólvora con que se fagan ábiles, e a los ballesteros apremialles a que cada uno tenga de respeto una docena de pasadores bien acondycionados con la dicha ballesta.

E para que los vezinos de los tales lugares fagan esto con voluntad e lo puedan sufrir, abia nescesidad que Su Magestad les faga merced de alguna

libertad de que goze por razon de tener las dichas armadas, e dar los dichos alardes; e tengo yo por cierto questando la gente de los dichos lugares en esta orden, se defenderán e farán daño a qualquier cosario que les quysiese robar.

En cada uno destos pueblos es bien que aya tres piezas de artilleria en sus carretones, que sean de trenta fasta quarenta quintales, puestos en un baluarte en la parte que mas daño parezia que pueden fazer a los navios que quysiesen entrar en el puerto; e de tal manera sea este baluarte, que viendo que los enemigos toman la tierra se desmampare e quiebren las ruedas e exes en questá el artylleria; e este baluarte no a de tener mas de una fuerza facia la Mar con sus traveses a trechos, para que la gente que mandase esta artylleria esté segura de la que se tirará de la Mar; a de quedar abierto todo a la par te de la tierra, e este baluarte se fará lo mas cerca que sea posible de arcabucos apesos, porque si los enemigos quysiesen venir por el artylleria, no puedan, por el daño que se les fará desde los arcabucos, por los arcabuzeros e ballesteros.

Digo que me parece que la verdadera fuerza que a de haber para que de los dichos lugares e puestos no se señoree ningun contrario de Su Magestad, es que siempre que aya guerra con quien se piense que tiene fin a lo de las piedras, a de ser la fuerza quen la Mar Su Magestad traxese, para quel enemigo sepa que si va a aquellas partes a conquistar,

a de llegar quien se lo estorbe e le descalabre.

En la Cibdad de Santo Domingo me paresce que es bien fortyficar la fortaleza de tal manera que se pueda defender e ofender; e para labrarla e fortificarla sobre lo que agora está, será menester que allá lo faga persona que lo entienda; e lo que a mi me paresce que se debe facer en ella de aquello que yo tengo memoria, es fortyficalla toda a la parte de la Mar desde el cymiento de un atambor que comienze de ocho pies de ancho de muralla, e quando llegue arriba al peso de la plaza donde está asentada el artyllería, vaya de quatro pies de ancho; que con esto e con la muralla que agora tiene, sera harto fuerte; a de salir esta muralla xuntamente con la que agora tiene la fortaleza, siete palmos mas alta quel peso de la plaza adondestá el artylleria; e estos siete palmos an de ser tamborados e fechos a trechos sin traveses, al tiempo desgarrados a la parte de fuera e a la parte de dentro, lo que basta para meter la pieza del artylleria; e así toda la fortaleza a la redonda fortyficarla con el dicho atambor; e en lo alto della fazer su tamborado con sus traveses para que xuegue la artylleria, porquestando desta manera, aunque los enemigos tomasen la Cibdad, desde la fortaleza se les faria muy gran daño.

Delante de la fortaleza, a la parte de la Cibdad, está una plaza; alrededor de toda esta plaza fazer una muralla de fasta ocho pies de ancho e del alto

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