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ría que tampoco lo sé, y que para creerlo les basta que nosotros mismos establezcamos esta diferencia aun en la conversacion familiar, à la que no se la puede tachar de metafísica y estudiada. Muy frecuente es, por ejemplo, decir:-Con tal espresion, con tal accion se lastima el amor propio de fulano:-y con tal espresion, con tal accion se aja el orgullo de citano; pues en el primer caso tratamos de espresar que aquel sentimiento delicado de cierto mérito propio, esencial en fulano, padece, como padeceria, si capaz fuese de sentimiento, una flor que se mirase con desden; mientras que en el segundo queremos indicar aquella revolucion total de la máquina de citano que lo hace esperimentar sufrimientos semejantes á los que esa misma flor esperimetaria, si á mas de mirársela con desden, se la arrancarse y estrujase. De esta diferencia, resulta, pues, una consecuencia clara y necesaria, y es, que el amor propio ó amor moderado de sí mismo, no es vituperable, sino por el contrario, digno hasta cierto punto de alabanza, siendo así que el orgullo no solo es vituperable, sino digno de la sátira y del ridículo.

Contagiado de la manía del siglo, las clasificaciones son un fuerte: el botánico clasifica sus plantas, el zoólogo sus animales, y el mineralogista sus piedras, ¿quién, pues, me impide clasificar á mí el orgullo? ¡Ay del misero que levantara la voz para tal, y cuan á punto se pondria de ser declarado, no un animal bípedo, sino algo con mayor número de piés por tantos como acatan y reverencian este asombroso producto de la menuda análisis, causa de la locura rematada de nuestra época; bien que la mayor parte no comprendan, ni qué es clasificacion, ni qué es análisis, dando por disculpa de ello la ignorancia del griego, y.... Pero siguiendo con mi intento, y declarándome desde ahora maniático, tan solo por ir con el torrente del siglo, digo que para mí puede distinguirse el orgullo en tres clases, y son: primera, aquel orgullo que es el resultado de la conviccion íntima de que se posee un fisico hermoso, al que si los que precian de apuestos å mal no lo han, bautizaré con el nombre, poco'sonoro, pero en cambio muy significativo, de fatuidad: segunda, el que proviene del embelesamiento y especie de estúpida enagenacion que causan sendas talegas de numerario, y al que llamaré simplemente nece dad; y tercera, el que nace de la conciencia que se tiene de claros talentos, é instruccion algo sólida, y al que no hallo inconveniente en llamar á secas, orgullo semi-racional, por parecerme que si me

viera en la dura precision de tolerar alguno de los tres, la cruz de este seria la que ménos me pesara.

En la primera clase de este gran reino social, figuran aquellos nuevos Narcisos, que viéndose al espejo dia por dia, y hora por hora, y enamorados de sí mismos tienen la desgracia de no convertirse en flores, sino en fátuos: en la segunda, esos entes materiales, positivos, conjunto mezquino de carne y sangre, verdadera personificacion de nuestra época, que á fuerza de no pensar sino en plata y en oro, logran que se les metalice el cerebro, y solo alcanzan por premio de sus afanes la necedad; y en la tercera, los sabios y literatos, que pregonando su saber y sus talentos, miran de reojo á todo profano no iniciado en los misterios de la ciencias ó de la retórica, y dispensan proteccion á los escritorzue!os noveles que ellos creen que bajo su sombra pululan. Segun esto, pregunto ahora: ¿deberá concederse la razon al individuo que pertenezca á alguna de estas clases? No, si bien se considera; mas es tal siempre la tendencia de nuestro espíritu á lo real, que no llevamos al estremo el rigorismo, cuando las causas que producen estas tres clases de orgullo son positivas, es decir, cuando tales ó cuales individuos tienen un fisico hermoso, grandes riquezas ó claros talentos, mientras que cuando estas causas son ficticias ó imaginarias, no lo podemos llevar en paciencia, y nos desatamos, ora en invectivas amargas, ora en sátiras picantes contra tan insustanciales personages. Por lo que á mí toca, confieso, que condenando sin remision el orgullo de las dos primeras clases, ya sea provenido de causas ciertas ó falsas, solo me hallo capaz de alguna indulgencia respecto de la tercera, cuando su orgullo es el resultado de causas realmente existentes, declarándome, de no ser así, tan en su contra, como lo he estado respecto de las dos primeras de los fátuos y los nécios. Limitándome, pues, á este último caso, es decir, al orgullo literario en un individuo sin talentos y sin saber, ó con aquellos y sin este, voy á charlar á su ejemplo lo que buenamente se me ocurra, bueno ó malo, oportuno ó fuera de tiempo.

Si un hombre dotado de ingenio, y que ha pasado su vida sobre los libros á riesgo de quedarse con los sesos enjutos: si un sábio, si un literato digno de llevar este nombre se os presentase, carísimos lectores, no con la modestia que debe caracterizar á estos individuos, sino con aquel orgullo y satisfaccion de sí mismo, hijo solo de la ignorancia, no dudo que le

tratariais con indulgencia le compadeceriais, porque diligente en adquirir tantas virtudes, no habia sabido dominar un vicio en su naturaleza; mas si ante vosotros apareciese uno de esos hombrecillos de ingenio bola é instruccion caos, cuellierguido y parlanchin, y que altanero os mirase allá detrás de dos vidrios sin graduacion, y que os hablase con aquel acento de proteccion que en este mundo gasta siempre el superior con el inferior, como si en cado una de sus espresiones os quisiera decir "Pobres tontos," risum teneatis? ¿Le compadeceríais? ¿Le perdonaríais ese atrevimiento, resultado de la mas crasa estupidez? No os creo yo tan moderados é indulgentes, lectores mios, que á tal espectáculo dejáseis de hacer la figura que Sancho ante su amo el Caballero de la Triste Figura, cuando estaba este confuso y pensativo, por haber descubierto que los que él habia juzgado golpes de desaforados jayanes, no eran sino de mazos de batan. Soltaríais la presa de vuestro desprecio en sus barbas, porque él mismo seria el agente de vuestras cosquillas, el excitante mayor de vuestra risa; y desde ese mismo momento le marcaríais con el sello de la estupidez para que á todas horas y en donde quiera, os sirviera de hazme reir. Pobladísima está por desgracia la sociedad de estos entes semi-racionales, que porque hojearon las páginas de una novela ó asistieron á la representacion de un sainete por la tarde, se llaman literatos, como si esta palabra quisiera decir, hombre que conoce las letras del alfabeto, porque esto es à lo que mas llega su saber: por todas las calles se tropieza con estos pegostes de la literatura, que beben su instruccion en los catálogos que gratis les reparten en las tiendas de libros, en donde pasan el dia de codos, creyendo sin duda que la ciencia les ha de entrar por las narices con el polvo que se levanta de los folios, y que ellos aspiran con avidez: por todas partes no se descubre sino á ellos, llenando las anchas aceras, moviendo rápidamente los lábios, à guisa de quien va diciendo allá para su coleto:,,No hay duda, yo soy un ingenio," y creyéndose el asunto de la conversacion de cuantos los miran; y esto en buena parte, porque á decir verdad, si ellos tomaran la cosa en mala parte, creo que no se engañarian, pues su misma estupidez los hace notables á cuantos tienen, no sé si diga la dicha ó la desgracia de observarlos. Esta clase inunda los paseos, los teatros, las tertulias, y tiene á veces la felicidad de encontrar almas cándidas, que creyéndolos bajo su palabra, pregonan que cuando ménos son unos sabios aque

TOMO I.

los que les hablan en idioma griego para ellos; y que mas chinches que el nunca bien ponderado personage del Ibam forte via sacra de Horacio, les refieren menudamente cuanto hacen, cuanto dicen, y los triunfos que en corrillos tan sandios como ellos, alcanzan diariamente. Estos tales tienen ademas otra cualidad muy suya, y es la de no pararse en pelillos para cometer cualquiera vileza, la accion mas baja de adulacion, con tal de medrar con esto reputacion y pesetas, y tal cual roce con gente de alto coturno, porque es de advertirse que así deliran ellos porque los llamen ingenios, como por tener el riñon asaz cubierto, y tutear ya que no al presidente, al ménos al ministro, bien que las mas veces no consiguen de él, sino que, apreciándolos en lo que son, les arroje con desden un mendrugo y tal cual caricia para tenerlos siempre dispuestos á besar el polvo de sus píés. ¡O almas grandes, planetas literarios que brillais con luz prestada, y que os creeis la esperanza literaria del pais! ¡cómo envidio vuestra bambolla y charla, y sobre todo, vuestra estoica indiferencia respecto de las cosas de este mundo, para salir de esta miseria á que mi estupidez me ha condenado! Seguid, seguid, la carrera que el destino os señaló, sin hacer caso del que dirán de estos hombrezuelos á quienes veis, como granos de mostaza, desde la altura de vuestro firmamento. ¡Oh y como lloraria la patria el dia que ya sin luz apareciéseis en su horizonte, antorchas luminosas!

Enemigo de la doctrina sin que á su lado vaya el ejemplo, me apresto á referiros, oh benevolos lectores, un caso que se me ha venido á las mientes, y que vosotros llamareis luego cuento, conseja, ejemplo, historia, ó como mejor os acomode. Es, pues, el caso, que hay en México un individuo que tiene por nombre de bautismo Antonio, y por nombre apelativo Paliplúrimo de Nonada, que es como si dijéramos que se llamaba D. Antonio Paliplúrimo de Nonada, el cual individuo, hijo de un honrado vinatero, que allá por los años de veinte y veintiuno habia monopolizado en México el ramo de vinos y aguardientes, fué colocado por su buen padre desde muy jóven detras de un mostrador, en donde tenia vinculado su patrimonio, y de donde si buen catador no salió, no sé qué saldria, bien que puede creerse que en lo que ménos pensaba era en los vinos, distraido con lo que fué causa de la manía que ahora lo domina. Era en ese entonces un buen jóven, recomendable por su trato fino y su moderacion, cosas ambas que me, obligaron á contraer 9

con él una amistad intima. Mas para su eterna desventura cayeron un dia entre sus manos los coloquios y sainetes del Pensador Mexicano, y otras piececillas vaciadas en el mismo molde, destinadas todas primitivamente para envolver sin duda sal y pimienta; mas que apropiándoselas él, las leyó, las devoró, no consiguiendo al fin de su lectura, sino el haber concebido una idea, la idea maldita de escribir en renglones cortitos, á los que despues ha puesto el apodo de versos, idea que estuvo fermentándose allá en su cerebro, hasta que en una navidad, dia menguado para él, aunque él no lo crea así, dejando á un lado todo vano temor, dió á luz un fárrago que llamó coloquio, y que á jucio de la madre, la cual era iluminada por la hermana, á la que servia de pedagogo la criada de la casa, que tenia fama de leida, era una obra maestra, chef de oeuvre, como él la llamaria ahora que ha dado en que parla el frances, cuando mal tartamudea el gabacho. No se necesitó mas para que Antonic, de edad ya de veintitres años, á semejanza de la donosa negra de la conseja con que quizá á todos nos han arrullado en la niñez nuestras nodrizas, se dijera á sí mismo:,,¿Yo un ingenio, y detras de un mostrador?» Sáltolo, y voime por esos mundos á recoger laureles, como quien dice, á comer bellotas al monte en la época en que la encina fructifica; y esta fué la primer llamarada de ese orgullo que tanto ha crecido despues. Salió en efecto, y su primera diligencia fué tomar un abono en el teatro, (él creia que su musa era la clásica Talia,) en donde al cabo de dos meses habia visto ya cuatro comedias de Breton, diez y ocho de Scribe, y veintidos vaudevilles, de autores familiares de Paris, arreglados al teatro español, por el incansable semiautor y semi-traductor D. Ventura de la Vega: leyó en ese tiempo la poética de Boileau, supo embaucar al ministro, y entró á desempeñar un empleo civil, adquirió alguna amistad con individuos que el público mira ya como literatos, con los cómicos en fin, y á los cuatro meses de su vida extra-tenderil, regaló al público con una Comedia en tres actos y en verso, original de D. Antonio Parliplúrimo de Nonada, y dedicada á un gran pèrsonage, comedia que los cómicos recibieron con aplauso, y representaron con placer, (porque acá para inter nos no tienen los tales el mejor criterio que digamos,) y que el público imprudente estuvo á punto de saludar con la sorda mareta de Moratin, lo cual, si no lo hizo fué por estar dedicada á un gran personage, y no por aprobacion de la pieza, como lo creyó el pseudo autor,

que desde entonces dió todo su vuelo á ese orgullo nunca visto, ni imaginado que cabalga en sus narices; y digo que cabalga en sus narices, porque él cree que en traer anteojos, está el quid, la fuerza del ingenio cómico, dando por razon incontestable, que Breton los usa, y que aun entre nosotros Gorostiza no los desdeña. Válame Dios, y cuan hueco, y cuan orondo andaba nuestro D. Antonio en cafés y concurrencias, pregonando lo que él creia su triunfo, y enseñando á toda ánima viviente aquellos aegroti somnia, aquel feto informe de un parto prematuro, cuyo cuerpo habia sido formado en su totalidad por Breton, y cuyos ojos, única parte que á él le quedara, estaban apagados y vacíos, gracias á su destreza. ¡Y cuántas sandeces hizo! Y como se dió á conocer el angelito en el público, en donde corre la fama de que à tanto llegó su frenesi, que pasando por acaso por una barbería, entróse en ella, y sin mas ni mas le preguntó á su dueño que á la sazon ejercia su oficio. -¿Me conoces?

A lo que no recibiendo respuesta ninguna prosiguió.

-Pues sabe que soy autor de una comedia en tres actos y en verso que hace cuatro dias fué representada con general aplauso; y esto lo digo para que en adelante me conozcas y me respetes.

Y dando la vuelta se salió dejando con su tan desatinado ex abrupto estupefacto á aquel grave rapista, que sacando los ojos cuanto podia y con la navaja á una buena distancia de su oficio se vió en peligro de ser abofeteado por el paciente, cuyo labio tenia con su mano izquierda á dos cuartas de su posicion natural. Desde entonces nuestro dramático anda tieso como una estaca y no saluda sino al ministro, y al rico propietario que desde el fondo de su coche le hace una caravana. Mas olvidando lo pasado, dejemos á los muertos y véamos lo que está fresco y aun humea.

No hace ocho dias que iba yo por una de las calles principales de nuestra capital, y por su frente caminaba tambien un hombre de estatura mas bien baja que alta, con su sombrero de dos cuartas de elevacion, su capa de esas que nuestros elegantes, que poco se curan de anacronismos, llaman romanas, y sus inapeables anteojos; vílo, y conocí en el acto á aquel que en un tiempo habia sido mi amigo, Parliplúrimo de Nonada. El me vió tambien; mas como su orgullo no le permite dispensarme un saludo, á mí, pobre diablo, que ni he hecho comedias, ni me tuteo con el ministro, ni... sacó

su pañuelo, estornudó, y me volvió la espalda. Otro se hubiera dirigido sobre él, y á coces le hubiera esplicado su indignacion; mas yo que soy medio socarron, y asaz sufrido con animales que no saben lo que hacen, me dirigí hácia él, y dándole una palmadica en el hombro..

-Oh! antorcha de nuestra literatura, esclamé, esperanza (risible le iba á decir; pero me arrepentí) risueña de los empresarios de nuestros corrales, ¿á dónde te diriges, où vas tu petit Moliere mexicain?

De grado ó por fuerza se detuvo y con una cólera mal reprimida:

-Tú lo verás.

Sacó en esto un cuaderno que á lo que pude calcular estaria compuesto de veinte pliegos, y se puso á leer el título, habiendo ántes tosido, escupido, y tomado un aire grave.

-Se titula esta comedia, me dijo despues de algun tiempo, El Liberal arrepentido, ó sea la prudencia de un Ministro....

-Ja, ja, ja, ja; y cómo que va a hacer furor la tal piececilla, especialmente ahora que los dichos liberales están, como quien dice, de capa caida, y que el Ministro....

-Está ademas, como ya te dije, llena de sa

-Voy me contestó.... voy por ahí.... y voy les cómicas. de prisa.

Dándome á entender lo molesto que le era estar allí conmigo. No obstante, yo continué, dándole ya por su juego.

-Oh! espera un poco, no te enfades por una broma, pues voy á hablar ya de veras. Al verte no pude menos de conocer que ibas distraido, pensando en alguno de esos grandes proyectos que solo tú eres capaz de concebir.

Mudando en el acto de aspecto y decidido ya å permanecer allí, cuanto yo quisiera, me contestó.

-Tú me sonrojas.....

-Oh! no, tú mereces esto y mucho mas.... ¿Qué vamos apostando á que tenemos nueva comedia?

-No te equivocas.

-Oh! si yo tengo una vista que à vuelo de pájaro te conozco; pues, conozco tus proyectos. -Eres algo perspicaz, pues hoy mismo he concluido la tercera creacion de mi musa cómica, mejor en mi concepto que las anteriores, y en la que si no me equivoco en esto de sales cómicas, saco alguna ventaja á Breton.

-Pues, si eres el hombre mas chusco que he conocido: Moliere, Moratin, Breton, Gorostiza, junto á tí, son unos chocarreros que cansan, que fastidian, que duermen.....

-Yo no digo tanto por ahora..... pero con el tiempo....

-Oh! con el tiempo llegará dia en que las carcajadas del público te abrumen, y.... Pero véamos siquiera el título de esa famosa.... -Oh! es un título.....

-De aquellos que valen por el argumento ¿no es eso?

-Así lo creo.

-Tiene escenas que van á hacer un efecto sorprendente.

-Si tú eres.... un grande hombre le iba á decir; mas, como es chiquito de cuerpo, dejé la frase cortada por carecer en él la palabra de doble significacion.

-Oh! y la moralidad es lo que mas la recomienda: tú verás que concluye con que el Liberal arrepentido recomienda al público el bando ministerial.

-No hay duda, tú vas á ser laureado, y desde ahora te doy el parabien: ven å mis brazos.

Y lo abracé con grande alaraca, para no soltar la carcajada, pues hacia tiempo que la risa retozaba en mis lábios.

-Pero á donde vas por fin? le volví á preguntar.

-A ver al Ministro.

-Y con qué objeto?

-Con el de dedicarle esta pieza y ponerla á sus piés.

-Ven otra vez á mis brazos: tú serás, pese al vulgo maldiciente; tú serás el hombre de mas provecho entre nosotros; tú serás aplaudido, ensalzado....

-Así lo espero, pues mi obra no merece mé

nos.

Me dió la mano, siguió su camino, y yo me quedé allí absorto, contemplando embebido aquel ser bruto, individuo de la tercera clase de mi gran clasificacion; y solo despues de que él hubo vuelto la esquina pude soltar la carcajada y proseguir mi camino.

MI SOBRINO.

CIUDAD DE MEXICO.

.

I.

Su situacion geográfica.—Rapida ojeada sobre su historia desde su fundacion hasta nuestros dias.

MEXICO, EXICO, [1] ciudad populosa de la América Septentrional, capital hoy de la República mexicana y del Departamento de su nombre, y antiguamente, corte primero de los reyes aztecas, y de los vireyes de Nueva-España en seguida, está situada bajo la zona-tórrida á los 19° 25' 45" de latitud boreal á los 95, 29 en grados, y 6, 21, 91 en tiempo de longitud al Occidente de Madrid. Esta ciudad está situada casi en el medio del Gran Valle á que dá su nombre, valle que ocupa el centro de la cordillera de Anáhuac y que está situado sobre la espalda de las montañas porfiríticas y de amigdaloides basáltico. La forma de este valle es oval, y su longitud, tomada desde la embocadura del rio Tenango en el lago de Chalco hasta el pié del ceiro de Sincoque, cerca de Huehuetoca, es de diez y ocho un tercio leguas; su mayor anchura de doce y media leguas desde San Gabriel cerca de Texcoco, hasta los manantiales del rio de Aztcapozalco, cerca de Gisquiluca; su circunferencia de 67, tomada de la cresta de las montañas que lo rodean, y su estension territorial de 244 leguas cuadradas, de las que solo 22 están ocupadas por los lagos, todo esto, segun las observaciones del baron de Humbold y del

(1) Mucho varian los autores sobre la significacion de la palabra México, pues unos dicen que se deriva de la palabra Meztli, que en mexicano significa luna, porque la vieron reflejada en el lago; otros quieren que signifique fuente, porque en el sitio en que la fundaron encontraron una de agua dulce, y aun Clavijero creia aj principio que México queria decir en el centro del ma.

guey; mas este mudó despues de parecer, y se convenció de que México viene de Mexitli, 6 Huitzilopochtli, que era el Dios de la guerra de los mexicanos, y que por consiguiente, quiere decir lugar de Huitzilopochtli, pues el co agregado á un nombre, cuyo final se suprime, equivale a lugar, como se verifica tambien en Huitzilopocho, en cuya palabra se suprime el tii, lo mismo que en

Mexitli.

mineralogista D. Luis Martinez, á quien cita el mismo viagero.

El clima de México guarda un verdadero medio entre todas las temperaturas que se observan en la República, pues ni en el estío se esperimenta el calor sofocante de las costas que nosotros llamamos tierras calientes, ni en invierno el frio rigoroso de otros lugares, ó mas elevados sobre el nivel del mar, ó situados mas al Norte. Con su dilatadísimo horizonte, su aire suave y su cielo azul la mayor parte del año, es uno de los lugares mas deliciosos para vivir libre de los fastidios tenaces que nos causan un aire siempre húmedo y un cielo sombrío, y cubierto de negras nublazones, bien que en esto de la pureza del cielo sea inferior á otros puntos por los vapores constantes que se desprenden de los lagos que lo rodean, especialmente en el estio, y que ofuscan un tanto la brillantez del firmamento. La vegetacion de los alrededores de México, si exceptuamos únicamente las chinampas, es en general mezquina, debido sin duda á la falta de agua que hay en algunas partes, como por ejemplo por San Lázaro, lo que impide regar todos esos campos cubiertos por el muriato y el carbonato de sosa; y creo yo tambien que las enfermedades ejercerian muy pocos estragos en su seno, si no fuera por la suciedad, consecuencia de la poca policía de las grandes ciudades.

Es la residencia del presidente y de todas las autoridades superiores de la República, así como de las del departamento. Tiene, ademas, Sede arzobispal, que es la metropolitana de todo el estado, con su cabildo y su numeroso clero, tanto secular como regular: se cuentan en ella multitud de edificios públicos, como son el palacio del gobierno con todas sus oficinas, la casa de moneda, jardin botánico etc., la catedral, el palacio del arzobispo, la aduana, el palacio del gobierno departamental, la diputa

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