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juntas de la Profesa, cuyo obgeto y trabajos casi eran públicos, pues hasta el sereno de aquella calle, sorprendido de ver la multitud de coches que llegaban y se retiraban, denunció aquellas reuniones al gobierno de Mégico; y finalmente, otras muchas sospechas que hacian dudar de la buena fé de Iturbide, ponian á los entendimientos en el mayor conflicto y agitacion. Unos se empeñaban en dar benignas interpretaciones á todo: otros en acriminar hasta la mas ligera sospecha : entre tanto el partido de Iturbide se augmentaba. El gobierno de Mégico engañado ó amedrentado por las intrigas de los partidarios de aquel, no podia disimular la afliccion que le causaban sus progresos, á pesar de los esfuerzos que hacia para manifestar serenidad; y aquella afliccion misma hacia creibles los tales progresos. Los Megicanos entonces se viéron en este duro compromiso : ó favorecer al gobierno Español, ó tomar partido por Iturbide. Lo primero traia un daño evidente, porque si se generalizaba la opinion en contra de aquel caudillo, si en consecuencia se le revolvian los pueblos, le abandonaban sus soldados, y lo destruia el gobierno Español, como que yá en su persona estaba cifrada toda la insurreccion de Mégico, y el gobierno le habia declarado traidor, rebelde, en una palabra, un completo insurgente :

era proporcionar á los serviles un triunfo de que habrian sacado infinitas ventajas, pues valiéndose del orgullo de la victoria, hubieran acabado con la constitucion en Nueva-España, desobedecido del todo á las Córtes de España, y remachado para siempre los grillos de los Megicanos. Lo segundo traia un daño dudoso, porque si Iturbide, como ya se ha dicho ántes, obraba con recta intencion, nada mas habia que desear; y si con intencion dañada, él mismo se precipitaria á su ruina. Entre estos dos estremos, ¿quién duda ' que debía preferirse el segundo? Hé aquí una de las verdaderas causas que contribuyéron á que la opinion general y sus efectos se reuniesen en favor de Iurbide. Jactese este y sus aduladores cuanto quieran en atribuir la consecucion de sus planes al sistema de lenidad que se propuso: este tenia otro origen.

Causas de la conducta de Lenidad, seguida por Iturbide.

Dos fuéron los motivos que Iturbide tuvo para establecerlo. El uno no descubrir la debilidad de su partido naciente en Iguala. Como él hacia alarde de contar con un número de tropas

mayor que el de las del gobierno, y con la opinion de los pueblos, cualquiera conociendo su genio sanguinario, debia esperar que envolviera en fuego y sangre al enemigo, y cuando se viera que nó lo hacia dudar de su prepotencia. Para evitar este mal, se propuso un sistema de lenidad rigorosísimo, dando órden á sus tropas de que solo en un caso apurado en que no tuvieran absolutamente otro recurso que batirse, lo hicieran; pero siempre que pudieran retirarse, aunque fueran acometidos de cuatro hombres y un cabo, es decir, de una pequeña patrulla, lo verificasen: de esta suerte lograba que cuando al verse atacado por una fuerza superior se retirase, no se atribuyera á la pequeñez de su fuerza, sino al sistema de lenidad que se habia propuesto. El otro motivo era dar á los serviles una prueba de seguridad. Cuando estos vieron que el plan de Iguala no era el de la Profesa, sino variado en parte, y que en lugar de derrotar à Guerrero, scgun se habian propuesto, se habia unido á él, ignorando las circunstancias que le obligáron á hacerlo, desconfiaron tanto, que muchos de los serviles comprometidos en Mégico, lo desemparáron absolutamente. Para inspirarles, pues, la confianza que habia perdido, le fué indispensable usar con las tropas realistas de toda la indulgencia posible. Llevado

de este principio colocó siempre en los primeros puestos á los realistas que se le pasaban, ó que capitulaban con él por necesidad de no poder resistir á sus fuerzas. Procuró en todo lo que pudo diferenciar su sistema de independencia del de los antiguos patriotas. Postergó siempre á los mas ameritados de los que se le uniéron, á escepcion de uno u otro como Guerrero, á quien por necesidad tenia que adular, sin embargo de que aun estos respectivamente se deben considerar agraviados de la mala distribucion de los empleos.* Observó tan rigorosamente esta conducta, que dió órden en la ciudad de Puebla, para que no se admitieran los méritos contraidos en la insurrec cion antigua, sino solamente los adquiridos desde el grito de Iguala, ó bajo las banderas Españolas contra los patriotas.

Coalicion de Iturbide con los Serviles:

Aquí es donde la crítica prudente se persuade hasta la evidencia de la coalicion que tenia Iturbide con los serviles para dar el grito en Iguala. A qué fin si no, dar aun en las cosas mas pequeñas un carácter enteramente distinto á

* Véase la nota 7,

su revolucion respecto de la de Hidalgo? Cualquiera revolucion justa y racional en América, debia tener por fin el mismo que tuvo este glorioso caudillo, á saber: la libertad é independencia absoluta de ella. No seria justa, no seria racional la que no tuviese este obgeto: luego si Iturbide trataba de diferenciar la suya de aquella, no podia ser sino injusta, imprudente é ilegitima. Daba en efecto la disculpa de que aquellos hérocs habian errado en los medios, y valiéndose él de los rectos y debidos, era preciso que fuera diferente su revolucion de la primera. Mas aun dado caso que aquellos hubieran errado en los medios, esta seria una diferencia accidental, que no perjudicaba en nada á la esencia de la revolucion, y para hacer perceptible Iturbide esta diversidad de medios, le bastaba caracterizar la suya con alguna distincion tambien accidental y ligera, para que fuese de la misma naturaleza que las cosas que so diversificaban. No se le ocultaba que ni en la revolucion de 1808 en Valladolid, 'ni en la de 1810 en Dolores, jamas se propuso en los planes por sistema el incendio, la devastacion y la muerte. Si los primeros patriotas llegaron á echar mano de estos medios, fué forzados á usar de represalias, para contrarrestar al mismo Iturbide y los demas satélites de la tiranía Española, atroces y dignos agentes del despotismo inquisio

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