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Jástima que esta empresa sea dirigida por un hombre tan indigne de la confianza pública como Iturbide! ¡Ah, si como él dió el grito lo hubiera dado Negrete, Bus, tamante, Quintanar ó cualquiera otro, ya que no fueran los héroes Victoria, Bravo ó Guerrero! Es de advertir, que aquellos eran comandantes realistas, enemigos de los patriotas, de donde se deducirá el mal concepto que se tenia de Iturbide. Este y sus adictos no se dormian en ponderar sus fuerzas y sus adelantos. Se decia, y el mismo Iturbide escribió, que contaba con 20.000 hombres, combinados desde Guadalajara Iguala las noticias de los pueblos que se le unian, se recibian á cada momento. Los megicanos sabian estos progre sos sabian tambien que Guerrero se le habia unido, y á egemplo de este general otros muchos de los antiguos patriotas que o andaban dispersos y errantes, ó habian dejado las armas de la mano, ó se habian indultado ya para retirarse a sus hogares, ya para continuar militando en el partido del Rey. Esto hacia creer que en efecto Iturbide habia proclamado la libertad de buena fé; pero por otra parte su mala fama, su fatal conducta anterior: el contenido del Plan de Iguala: los doce sugetos nombrados por él para la junta de que ya he bablado, que los mas eran anti-inde

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pendientes, serviles y sanguinarios sus opiniones y dictámenes: las juntas de la Profesa, cuyo obgeto y trabajos casi eran públicos; pues hasta el sereno de aquella calle, sorprendido de ver la multitud de coches que llegaban y se retiraban, denunció aquellas reuniones al Gobierno de Mégico; y finalmente, otras muchas sospechas que hacian dudar de la buena fe de Iturbide, ponian

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los entendimientos en el mayor conflicto y agitacion. Unos se empeñaban en dar benignas interpretaciones á todo: otros en acriminar hasta la mas ligera sospecha entre tanto el partido de Iturbide se aumentaba. El Gobierno de Mégico engañado ó amedrentado por las intrigas de los partidarios de aquel, no podia disimular la afliccion que le causaban sus progresos, pesar de los esfuerzos que hacia para manifestar serenidad; y aquella afliccion misma hacia creibles los tales progresos. Los megicanos entonces se viéron en este duro compromiso ò favorecer al Gobierno español, ó tomar partido por Iturbide. Lo primero traia un daño evidente, porque si se generalizaba la opinion en contra de aquel caudillo, si en consecuencia se le revolvian los pueblos, le abandonaban sus soldados, y lo destruia el Gobierno español, como que ya en su persona estaba cifrada toda la insurreccion de Mégico,

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♬ el Gobierno le habia declarado traidor, rebelde; en una palabra, un completo insurgente, era proporcionar a los serviles un triunfo de que habrian sacado infinitas ventajas; pues valiéndose del orgullo de la victoria, hubieran acabado con la Constitucion en Nueva-España, desobedecido del todo á las Córtes de España, y remachado para siempre los grillos de los megicanos. Lo segundo traia un daño dudoso, porque si Iturbide, como ya se ha dicho antes, obraba con recta intencion, nada mas habia que desear; y si con intencion dañada, él mismo se precipitaria & su ruina, Entre estos dos estremos, ¿quién duda que debia preferirse el segundo? Hé aquí una de las verdaderas causas que contribuyeron á que la opinion general y sus efectos se reuniesen en favor de Iturbide, Jáctese éste y sus aduladores cuanto quieran en atribuir la consecucion de sus pla nes al sistema de lenidad que se pro puso éste tenia otro origen.

Cavesas de la conducta de lenidad, seguida por Iturbide.

Dos fuéron los motivos que Iturbide tuvo para establecerlo. El uno no descubrir la debilidad de su partido naciente en Iguala. Como él hacia alarde de

contar con un número de tropas mayor que el de las del Gobierno, y con la opinion de los pueblos, cualquiera conociendo su gento sanguínario, debia esperar que envolviera en fuego y sangre al enemigo, y cuando sé viera que no lo hacia dudar de su prepotencia. Para évitar este mal, se propuso un sistema de lenidad rigorosísimo, dando orden a sus tropas de que solo en un caso apurado en que no tuvieran absolutamente otro recurso que batirse, lo hicieran; pero siempre que pudieran retirarse, aunque fueran acometidos de cuatro hombres y un cabo; es decir, de una pequeña patrulla, lo verificasen: de esta suerte lograba que cuando al verse atacado por una fuerza superior se retirase, no se atribuyera á la pequeñez de su fuerza, sino al sistema de lenidad que se habia propuesto. El otro motivo era dar á los serviles una prueba de seguridad. Cuando estos vieron que el Plan de Iguala no era el de la Profesa, sino variado en parte, y que en lugar de derrotar á Guerrero, segun se ha bian propuesto, se habia unido à él, ignorando las circunstancias que le obligáron à à hacerlo, desconfiaron tanto, que muchos de los serviles comprometidos en Mégico, lo desamparáron absolutamente. Para inspirarles, pues, la confianza que habia perdido, le fué indispensable usar

don las tropas realistas de toda la indul gencía posible. Llevado de este princi pio coloco siempre en los primeros pues tos a los realistas que se le pasaban, é que capitulaban con él por necesidad de no poder resistir a sus fuerzas. Procuró en todo lo que pudo diferenciar su sistema de independencia del de los an tiguos patriotas. Postergó siempre a los mas ameritados de ellos que sé le unié ron, á escepcion de uno á ótro comó Guerrero, & quien por necesidad tenia que adular, sin embargo de que aun éss tos respectivamente se deben considerar agraviados de la mala distribucion de los empleos*. Observò tan rigorosamente es ta conducta, que dió órden en la ciudad de Puebla, para que no se admitie ran los méritos contraidos en la insur reccion antigua, sino solamente los ad> quiridos desde el grito de Iguala, ó bas jo las banderas españolas contra los pa» triotas.

Coalicion de Iturbide con los serviles.

Aquí es donde la critica prudente se persuade hasta la evidencia de la coa lición que tenia Iturbide con los servi

* Véase la nota 7.

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