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ro. Esta capitulacion fué, como las de Maracaibo i Portocabello, mui honrosa para los vencidos que sacaron cuantos provechos quisieron; pues Salom ya no tenia necesidad de apurar el sufrimiento i penalidades de una division valiente, reducida a cuatrocientos hombres. Con la capitulacion del Callao terminó la redencion americana, pues con ella dió fin esa larga lucha de la independencia, tan obstinada i costosamente defendida, tan ardorosamente calumniada i condenada por los vencidos. i, digámoslo con lisura i para vergüenza nuestra i de las jeneraciones que han sucedido a los vencedores, tan mal comprendida i tan ingratamente correspondida. Sino ¿dónde están los bienes, dónde esa felicidad a que aspiraron nuestros padres; dónde esa moralidad de acciones en nuestros majistrados, i ménos aun en los gobernados, sin la cual son vanas, si no traidoras, las que llamamos libertad, igualdad, fraternidad, ensueño de los poetas i de las almas jenerosas, i testo impertinente de la estravagante política de nuestros gobiernos?

La América habia alzado sus brazos por conquistar independencia i libertad. Nada se nos alcanza decir de la primera, porque está afianzada; pero ¿de la otra? Si hablamos con la verdad que debe hablarse, por amarga i áspera que sea, diremos o que hemos avanzado demas por el camino de la libertad, o que tenemos que andar mucho todavia; lo cierto es que, por exeso o por defecto, la América española no ha logrado todavia disfrutar de libertad, cuanto mas afianzarla.

III.

Bolívar, a quien, hallándose en Ica, le llegó la noticia de la destruccion i paradero de Olañeta, se resolvió a internarse por las serranias del Alto Perú, con ánimo, por la cuenta, de organizar el pueblo que iba a aparecer en el rejistro de las naciones soberanas. Lo que es ahora Bolivia era en lo antiguo una colonia que, en su mayor parte, correspondia al vireinato de Buenos Aires, i en otra al del Perú, i estaba, como Quito, rejida por un presidente i la real audiencia de Chárcas. Colonia estensa i rica por sus minas, donde se hallan las vertientes del Madera, el Paraguai i el Pilcomayo, i con todos los elementos para subsistir por sí misma, bien merecia elevarse a la categoria de Estado independiente, i Bolívar, fantástico hasta lo sumo, quiso ser su fundador i lo fundó.

El viaje que hizo por esas lejanas tierras se hubiera tenido como el de un antiguo viandante, que caminaba por caminar, si allá, en su mente, no abrigara ya desde mui atras la idea de confederar, bajo una sola cabeza, las tres repúblicas, Colombia, Perú i Bolivia; idea grandiosa con cuya realizacion habria asomado en América otra potencia que, fuera de los Estados Unidos, pudiera echar raya con las primeras de Europa.

Salió, pues, de Ica para Arequipa, donde pasó los últimos dias de mayo. Cuzco, la corte de los Incas, debia llamarle la atencion i exitar su curiosidad, i, dirijiéndose al norte, se fué primero allá, a conocer los vestijios de la ciudad sagrada i refrescar la memoria de sus tradiciones. Tocó

en ella el 25 de junio, i son indecibles el entusiasmo, obsequios i adoraciones con que le recibieron, pues hasta se habia compuesto un himno que se cantaba durante el sacrificio de la misa en el tiempo que promedia entre la Epístola i el Evanjelio.

Le presentaron una guirnalda de oro, engastada de perlas i brillantes, i Bolívar, harto delicado para poder olvidar al vencedor en Ayacucho, la destinó al mariscal Sucre en el mismo acto en que se la obsequiaban con solemnidad, diciendo que este era quien la merecia. Sucre, a su vez, la obsequió, a su nombre i el del ejército colombiano que hizo la campaña del Perú, al congreso de su patria; i el congreso mandó ponerla en el museo de Bogotá, donde debe conservarse, juntamente con un manto que, segun es lengua, habia vestido una de las mujeres de Huáscar.

1825. Volviéndose Bolívar hácia el sur, pasó a Puno, donde visitó la laguna Titicaca, la cuna fabulosa de Mancocápac. De Puno siguió para Lapaz, la primera ciudad de Bolivia por su lado setentrional, i entró en ella el 18 de setiembre. La asamblea de Chuquisaca, que por entonces ya estaba reunida, le envió a Lapaz dos comisionados a que le felicitasen por la llegada a su territorio, el cual lo ponian bajo su proteccion. En esta misma ciudad dispuso Bolívar que se volviesen para Colombia cuatro mil hombres de los ausiliares que paraban en el Perú, i vinieron en efecto el batallon Junin, de mil cuatrocientas plazas, i un escuadron de Granaderos de a caballo, de docientas.

De Lapaz fué a dar en Potosí, nombre prover

vial o de comparacion para todo lo que vale mucho, por la riqueza de sus producciones i ese número de cajones de plata con que ha enriquecido al mundo. Allí recibió, en solemne audiencia, a varios miembros del cuerpo diplomático, residente en Buenos Aires, i a otros dos comisionados de este gobierno, que vinieron tambien a felicitarle por sus triunfos en el Perú, i los servicios prestados al Nuevo Mundo.

El 19 de noviembre salió para Chuquisaca, donde antiguamente residian el presidente, los miembros de la real audiencia i el arzobispo. Llegó aquí el 3 i el 9 de diciembre celebró con cuanta pompa pudo el aniversario de la batalla de Ayacucho, haciendo que, sobre todo, resaltara el nombre de Sucre, a quien se debia tan espléndido triunfo.

Como jefe supremo del Perú i Bolivia habia ido corrijiendo los abusos, arreglando o mejorando algunos ramos políticos o rentísticos por cuantos pueblos pasaba, i se creia que continuaria recorriendo otros con igual objeto. Pero se acercaba ya el tiempo en que debia devolver al congreso peruano el poder con que le habia investido, i manifestándolo así en su proclama del 19 de enero de 1826, se determinó a volverse a Lima. El congreso debia reunirse el 10 del febrero inmediato; i Bolívar no quiso faltar a la palabra que tenia dada con respecto a su separacion de la dictadura.

Despidióse, pues, de Chuquisaca el 10 de enero, i se vino para Cochabamba, luego separandose de Bolivia, pasó el Desaguadero, límite que, por el norte, separa esta república de la del Perú, i llegó a Tacna el 30. El 2 de febrero se embarcó en Arica, i saltó en tierra el 7, en Chorrillos, de donde pasó para Lima el 10, i entró, como otras veces,

po

escitando el entusiasmo i alegría de sus moradores. Habiéndosele dicho en uno de tantos discursos de felicitacion, que él era el hombre llamado para nerse a la cabeza de la nacion, tomó al jeneral Lamar del brazo, le hizo sentar en el sitial que él ocupaba, i: "Este es, señores, dijo, el hombre digno de mandar al Perú." Tal vez el Perú tuvo presente esta recomendacion, pues Lamar fué llamado poco despues a rejir los destinos de ese hermoso pueblo.

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