mando del ejército al mas digno de sus tenientes, al jeneral Sucre, i se puso en camino para la capital a principios del octubre. En su tránsito recibió una lei colombiana, por la cual, derogando otra anterior que concedia al presidente de la república el poder ejercer las facultades extraordinarias, aun estando en campaña en tierras que se hacia la guerra o en pueblos recientemente independizados; venia ahora a permitirlo solo al que estuviese encargado del poder ejecutivo. Por la misma nueva lei se privaba tambien a Bolívar del mando del ejército colombiano, i estas disposiciones, dictadas, a su juicio, por influencias del jeneral Santander, lastimaron, como era natural, su orgullo i aun delicadeza. Por fortuna, se le reemplazaba con una persona de toda confianza, como Sucre, i le escribió comunicándole el contenido de la lei, declarándole jeneral en jefe del ejército colombiano en el Perú, i añadiendo que en lo sucesivo solo intervendria en lo absolutamente necesario para la direccion jeneral de la guerra, como cabeza, entonces, de la nacion peruana. Al llegar a Lima fué sabedor de que, en su ausencia, habia ocurrido una desgracia, i era la siguiente. Cuando el ejército unido se movió para Pasco, habia dado órden al coronel Luis Urdaneta que, así como fuesen saliendo del hospital los enfermos i dándose de alta, i llegaran a reunirse hasta mil infantes i cien jinetes, ocupase con ellos a Lima, para obligar al jeneral Rodil a conservarse encerrado en el Callao. Urdaneta cumplió con lo ordenado, i los españoles, desocupando la capital, fueron a acuartelarse en esa plaza. Pero mui poco despues, conociendo el jeneral Rodil la inferioridad de las fuerzas del capitan republicano, hizo una salida, cerró con las fuerzas de este i las venció. Por fortuna, aparece en estas circunstancias el Libertador, contiene a los fujitivos, reune a los dispersos i vuelve a organizarlos i situarlos en Chancai, i luego en Lima que la ocupó dias despues. Quiso luego volverse para ese punto; mas los moradores de Lima, impresionados todavia de los vejámenes i ultrajes que recibieron de los españoles, le instaron, apuraron i rogaron que no les abandonase, i se quedó, recibiendo en pago victores i víctores repetidos por su condescendencia. En este tiempo le vino de nuevo a la memoria el proyecto de establecer la confederacion americana, por medio de una asamblea de plenipotenciarios que debia reunirse en Panamá; ensueño vivo i tenaz de Bolívar, con el cual creia poner en seguro la independencia i libertad de América. Noble era el objeto i provechosísimo el fin, pues debia servir a un tiempo "de consejo en los grandes conflictos, de punto de union en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos, i de conciliadora en nuestras diferencias"; i dispuso que el secretario jeneral, señor Sánchez Carrion, dirijiese una circular a los gobiernos americanos. III. El jeneral Valdez, a quien vimos encaminarse para el Alto Perú con una buena division, por trabajar en que Olañeta se diera a partido, o bien rendirle por la fuerza, en caso de obstinacion, quedó burlado. Ni medidas conciliadoras, ni estratajemas, ni sus diestras maniobras militares, ni combates sangrientos bastaron para rendir la terquedad i valor del jeneral Olañeta que prevalido de su influjo en el territorio que ocupaba, i ayudado del brigadier Aguilera, del coronel Marquegui i del comandante Valdez (por apedo Barbarucho), se sostuvo firme i con arrojo en el puesto a que se habia elevado. No podemos prever cuál habria sido al cabo el término de esta guerra sangrienta que nos trae a la memoria la que trecientos años antes se hicieron escandalosamente entre los tres Pizarros i los Almagros, padre e hijo; pues cuando aun no habia ventaja conocida por ninguno de los bandos, sobrevino el combate de Junin i cambió el aspecto de las cosas. El virei la Serna, a quien, estando en Cuzco, le fué la noticia de la rota de sus armas en Junin, i de la retirada de Canterac, despachó al instante las mas activas órdenes para Valdez a que se volviera con sus tropas; i Valdez, andando con la sólita actividad que habia llegado a ser una de sus mejores prendas, estuvo de vuelta de Chuquisaca al Cuzco a principios de octubre. Reunidas las fuerzas de este jeneral a las que tenia el virei, montó el ejército español a once mil i pico de hombres i, segun otros a trece mil. Una vez organizado hizo de él tres divisiones de infanteria, una de caballeria i otra de artilleria con veinte i cuatro piezas. Puso la primera division de cuatro batallones, a órdenes del jeneral Monet; la segunda de cinco, a las del jeneral Villalóbos; i la tercera, compuesta de otros cuatro, i que debia ir a la vanguardia, a las del jeneral Valdez. El brigadier Férras comandaba la caballeria, i Cacho la artilleria. Puesto el virei a la cabeza de este ejército, salió de Cuzco a últimos de octubre, se vino a dar en los oríjenes del Apurimac i, dando algunos rodeos, entró el 16 de noviembre en Huamanga, i se apoderó de un destacamento republicano i de muchos elementos de guerra. El jeneral Sucre mantenia su centro de operaciones en Lambrana, a las márjenes del Abancai, i contaba con algunos cuerpos francos a los alrededores de su línea. Sus centinelas partidas alcanzaban hasta Velille i otros puntos cercanos al Apurimac; i, en sabiendo ya por medio de estas los movimientos del enemigo, hizo que el ejército pasara el Abancai i le situó entre Casinchihua, Pichizhua i Challoani, con ánimo de replegar hácia Andahuáilas, que la ocupó el 19. Aquí supo la ocupacion que habia hecho el virei de Huamanga, i como de este modo venia a quedar el ejército independiente sin retirada, se determinó a ir derecho por el camino ordinario contra el enemigo. Pero el virei, que pensaba ponerle en apuros con haberle cortado la retirada, se fué por otro ca mino i ocupó la izquierda del Pámpas, cuyo puente mandó cortar. Luego se situó en Concepcion, i Sucre en Uripa, cuasi viéndose ambos ejércitos, i no mas que separados por el profundo valle de Pamacóchas. El virei volvió a decampar sus tropas i se dirijió a Vilcas-Huáman, i el jeneral Sucre las suyas, el 24, para las alturas de Bombon. Despues de otros i otros movimientos del jeneral Laserna, encaminados siempre a proporcio narse un buen campo de batalla, i otros cuantos del jeneral Sucre que llevaban el mismo objeto, se encontraron el 2 de diciembre en la quebrada de Corpahuaico 5 cuerpos de infanteria i 4 de caballería que el español jeneral Valdez tenia emboscados en ella con la division del jeneral Lara compuesta de los batallones Várgas, Vencedor i Rifles. Los dos primeros cuerpos pudieron abrirse paso con las armas, cargándose a la derecha; pero el Rifles, atascado en un terreno áspero, tuvo que aguantar no solo el fuego de esas fuerzas, mas tambien algo de la metralla de los artilleros enemigos. El encuentro costó a los libertadores trecientos hombres, todo su parque de reserva, una pieza de artilleria, equipajes i algunas bestias: los españoles apénas perdieron treinta hombres. Despues de este descalabro, el jeneral Sucre situó su ejército en Tambo-Cangallo; mas el jeneral Laserna que, segun parece, trataba de fatigarle, llevándole de aquí para allí, se desentendió de esa llanada en que se le provocaba a combatir, i fué a acampar en una altura lejana. Crudísima iba haciéndose esta campaña para ambos ejércitos, no solo por tantas marchas, rodeos i contramarchas, subiendo por encumbradas crestas i bajando por quebradas profundas, mas tambien por la escasez de víveres de aquellos pueblos asolados por la guerra. Hubo dia en que los españoles tuvieron que alimentarse con carne de burro, i en que los independientes solo pudieron contar con provisiones para cinco dias. Los primeros no podian impedir las deserciones, i los segundos tenian ya una baja de mas de mil docientos hombres. |