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El juramento que prestaron los diputados se verificó de uno a uno, i en la forma que adoptaron se hacen notar estas palabras: "I prometo...... que sostendré.... la soberania de la nacion, la libertad civil i política, i la forma de gobierno popular, representativo, electivo i alternativo."

Tercos i encarados se mostraron desde las primeras sesiones los miembros de la convencion, pues se hallaban ya desavenidos i apercibidos para la lucha. El discurso del señor Soto encerraba, no alusiones, sino referencias que de claro en claro refluian contra Bolívar, i era visto que no se pensaba tanto en acordar lo conveniente para la patria ni en reconciliar los ánimos, como en sacar triunfantes las opiniones de una banderia. La representacion que elevó el jeneral Padilla, diciendo en ella nada menos que los sucesos de Cartajena habian sido ocasionados por justos motivos de celo por la inviolabilidad del soberano cuerpo nacional, i concluyendo por ofrecer su persona, su poco influjo, i cuanto le pertenecia en defensa de la convencion, siempre que pueda ser atacada; dió lugar a que se hicieran palpables las prevenciones contra Bolívar, i el propósito firme de no darse a partido por ningun cabo. A solicitud del señor Soto se dispuso que se manifestase a Padilla "la gratitud de la diputacion por el celo en favor del órden público, observancia de las leyes i seguridad de la convencion". El mismo Soto hizo otra proposicion, por la cual debia manifestársele que la diputacion habia recibido con aprecio la comunicacion de Padilla; i Santander la de que "se dirija al poder ejecutivo, de parte de la diputacion, una esposicion con los documentos que se han recibido, requiriéndolo pa. ra que emplee todo el poder que le dan las leyes,

a fin de que sea protejida la seguridad de los diputados a la gran convencion".

Por demas acalorada fué la discusion de estas proposiciones que continuaron modificándose con mas o ménos fuerza por otros diputados hasta haberse reducido por la última a decir: "Exijiéndole (al presidente de la república) que emplee todo el poder que le den las leyes, a fin de que se deje a la convencion en absoluta libertad para deliberar", etc. La que versaba sobre la contestacion al jeneral Padilla, quedó reducida a estos términos: "Que se habia recibido con aprecio para tomarla de nuevo en consideracion".

Tras estas muestras patentes de desconfianza hácia la cabeza del Estado, siguió la poco justiciera separacion de los diputados Miguel Peña, José Ramírez del Ferro i José Maria Gallo; la del primero, porque habia aun contra él un juicio pendiente, con todo de conceptuarse comprendido en la amnistia decretada por Bolívar en 1.° de enero, a consecuencia del restablecimiento de la tranquilidad de Venezuela; i la de los otros, porque sus elecciones (dijo la comision calificadora) no habian sido hechas en sesion permanente, como si de este achaque, en caso de ser buena la razon, hubieran estado exentas las de los diputados Santander, Márquez i Malo que precedieron a las otras, para continuar con aquellas despues de algun receso.

Patentizando están, pues, semejantes procedi mientos la preponderancia del partido santanderista i sus abanderizados impulsos. En la Alocucion dirijida a los habitantes de la república que publi có la convencion, se decia: "Los miembros de la gran convencion, obra de vuestras voluntades, no pertenecen a ningun partido; solo son de Colombia,

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solo son vuestros: desnudos de toda personalidad, el bien comun es el ídolo de sus holocaustos, i en las aras de la patria sacrificarán gustosos todo interes individual.... Sus deseos por vuestra dicha no tienen nada de miras personales, i la llama sagrada de un patriotismo sublime, que arde sin cesar en sus corazones, consumirá todo sentimiento que no sea eminentemente nacional.... Es ya tiempo de que terminen vuestras disenciones, de que no resuene ya el eco destemplado de la desunion; perezcan para siempre las miras i los intereses parciales que no esten de acuerdo con el bien jeneral. Hagamos una mutua i jeneral reconciliacion.... En el templo de la patria no deben levantarse altares, sino abrirse sepulcros a las discordias.... La imparcial justicia será su norte: sin justicia no hai órden ni igualdad, reposo ni felicidad".

La convencion, como se ve, estaba rebosando de finezas que parecian sinceras, que parecian consoladoras i dulcificantes; i sin embargo jacababa de aplaudir la conducta sediciosa de un jeneral de la república, i de arrojar de sus entrañas a tres dipu tados que no pertenecian a la mayoria preponderante! Para fuera de su recinto i para que los pueblos se alucinaran con tan buenos afectos, se predi caba la paz i la concordia; i allá, en sus adentros, reservaba la desunion, la discordia, los enconos i venganzas!

Amargas, i de cierto justas, fueron las quejas con que el Libertador se dirijió desde Bucaramanga al presidente de la convencion, por haberse, mas que aprobado, aplaudido la conducta de Padilla, i por la separación del diputado Peña: "Varios de los que se encuentran en este caso, dijo, están hoi admitidos en la convencion, i sin embargo hai

una diferencia bien enorme entre sus delitos i la falta del doctor Peña. I mayores abusos se han cometido contra el tesoro nacional, i no han sido acusados". La convencion se limitó a dar la evasiva i breve respuesta de que, siendo inapelables los juicios de la junta calificadora, estaba terminada la

cuestion.

Pero si hai cargos clamorosos contra el partido preponderante de la convencion, no son de ménos bulto i dolorosos los que obran contra el otro. Los diputados Ramírez del Ferro i Gallo ocurrieron al Libertador por via de queja, agravio o por el recurso que sea mas conforme a las leyes, implorando contra la declaratoria de nulidad dada contra sus elecciones, tachando a la convencion de ilegal i apasionada, i de abogadillos parlanchines i visionarios a los promovedores de la nulidad. El cabildo de Valencia fué mas adelante todavia, pues elevó al Libertador un memorial, diciendo que la mala gobernacion del jeneral Santander era la que habia colocado la república sobre un volcan: que cuando los pueblos de Venezuela pidieron la convencion, fué solo por descartarse de su oneroso poder: que la junta calificadora, correspondiendo mal a la confianza de los pueblos, habia escluido de la convencion a patriotas interesados en el bien de Colombia i en la continuacion del mando de Bolívar; que no mas que por ello se habia conservado, sin embargo, impudentemente i con escándalo a Santander, el acusado por los pueblos de malversacion de los caudales públicos, i el caudillo de la faccion liberticida. ¡Cuánto mal decir, cuánto descaro i hasta calumnias en las dos citadas representaciones! ¿Quién podia conservar esperanzas de reconciliacion con tales antecedentes?

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Temiendo los convencionales que llegara a imperar el parecer de los hacedores de actas o manifes taciones que, dándolas de respetuosas a la constitucion, opinaban ahora arrepentidos que todavia no era tiempo de formarla, contradiciendo con estas inconsecuencias su destemplado grito de meses anteriores; se apresuraron solícitos a decretar el 16 de abril que era necesario i urjente que la constitucion sea reformada. Los convencionales que, respecto de este punto, estaban todos concordes, creyeron, i con razon, que con tal medida se zanjaba a lo ménos uno de tantos obstáculos para poder principiar sus trabajos.

El mensaje que dirijió el presidente a la convencion, fué franco, sin reveses, como parto jenuino de sus convicciones. Culpa, sin andarse por los márjenes, los quebrantos de la patria a la mala organizacion política, i a los hombres que, acordándose solo de sus derechos, han olvidado en el todo las obligaciones. Teme, dice, los riesgos que le ocasionarán sus conceptos, en cuyo fondo traslucirán siempre pensamientos de ambicion; pero, creyendo ser de indispensable necesidad sacrificar hasta su propia reputacion, cuando se trata del bien de la república, arrójase con denuedo a demostrar los errores de que estaba plagada la lei fundamental. A su juicio, las aspiraciones de Colombia eran superiores a lo que la historia de todas las edades ha presentado como incompatible a la flaqueza humana, i dijo que al poder lejislativo se le habia investido de carácter soberano, cuando solo podia conceptuarse como un miembro: que se le habia atribuido mayor parte en la gobernacion del estado cuando propiamente no le correspondia tanta, vi

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