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ADVERTENCIA.

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L emprender la Sociedad "Amigos del País" obra de tan grande importancia como lo es la Historia de Santo Domingo por D. ANTONIO DEL MONTE Y TEJADA, no se le ocultaban las dificultades á ella anexas y los inconvenientes que tendria que vencer para darle cima; pero la escasez de obras de índole histórica y la necesidad que con el mayor desarrollo de los conocimientos se siente de tales estudios, hubo al fin de mover á la Sociedad á tomar sobre sí, con empeño patriótico, la publicacion de la única grande historia que existe de Santo Domingo.

La familia del autor, emigrado hacia muchos años á Cuba, y cuya última voluntad era que su patria solamente tuviese el privilegio de concluir la empezada publicacion de la Historia de Santo Domingo, accedió gustosamente al propósito de la Sociedad, estipulándose las condiciones bajo las cuales debia hacerse aquella.

Parece necesario advertir que las diferencias que se notan entre el primer tomo impreso en la ciudad de la Habana en 1852, y la presente edicion, se deben á las correcciones hechas en él por encargo especial de la respetable familia del autor y á su vista.

Han contribuido con la Sociedad á enriquecer el escaso caudal de la literatura patria, gran número de personas intere

sadas en que se diese á la estampa esta obra, y algunas corporaciones públicas y particulares: á todos hace la Sociedad partícipe de su más profunda gratitud.

Del mismo modo, y mui singularmente, tienen en este lugar puesto preferente los Señores D. Manuel Jiménez y Ravelo y D. Amable Damiron, quienes con la exquisita bondad que les distingue y patriótico deseo, desde luego ofrecieron incondicionalmente sus buenos oficios y valiosa ayuda para garantir contra cualquier evento y con su crédito la árdua empresa acometida.

¡Ojalá sirviesen estos esfuerzos para que se emprendieran en nuestro país iguales obras de utilidad general!

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PRÓLOGO.

ENDER

NDEREZADA á fines tan diversos, sometida al influjo de tan variados accidentes la ardua empresa de escribir la Historia, es de necesidad, mas bien racional que de costumbre para los que la acometen, hacer mencion de aquellas determinantes circunstancias. Y aun sube de punto esa necesidad en materia en que los críticos han sentado tan distintos preceptos sobre principios controvertibles, proponiendo modelos particulares en apoyo de sus doctrinas ó sistemas.

El escritor que en nuestros dias pretendiese vestir la Historia con los adornos mágicos de la novela, ó sublimarla con la dignidad magnífica de la epopeya, veria seguramente malogrado su empeño, porque aun á falta de mejores razones siempre hallarian receloso al sincero investigador de la verdad, aquellas artes falaces de la exquisita elaboracion literaria que tan pocos escrúpulos ostenta al mutilar un hecho importante en beneficio de la rotundidad de un período, al falsificar circunstancias de momento por un símil brillante y sorprendente, ó trasfigurando el carácter de los actores principales por un antítesis pomposo y elegante. Reconociendo, pues, como discordante al carácter práctico de nuestra época este concepto meramente literario de la Historia, séame lícito descartar la cuestion de las formas, al hacer algunas consideraciones generales.

Constituye la excelencia en todas las artes la exacta correspondencia de los medios que se emplean con los fines que se proponen; pero no es el de la Historia un arte puramente imaginativo, sino que le distingue el carácter social y práctico de su naturaleza: por lo tanto, antes que inquirir los medios de la mejor ejecucion, aparece de bulto la necesidad de proponer el mejor de los fines. Y estos seránlo indudablemente los que se consideren mas adecuados al tiempo, al país, á las luces de los hombres para quienes se escribe. Si

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